Carlos Pellegrini y Santa Fe. Un bar para hacer tiempo. Siempre llegar antes, pensando en 10 minutos, pero el TOC (que a esas alturas ya era incontrolable)hace que sea media hora. Media hora de tamborileo de dedos, de rodilla que mueve frenéticamente la pierna, capuchón de birome bic inservible de masticado. Mi primera vez con la Peti. Cuando se hacía llamar Briana, creo. Tratar de cruzar la 9 de Julio en 10 minutos, cuando el corazón corre como Usain Bolt. Llegar y encontrarla con un body transparente. Sentir, en esa época, hace unos cuantos años, el oral sin. Lengua de gata, que tiene la aspereza justa. Succión que hace estallar los cuerpos cavernosos. Y después la amnesia. No recordarla cuando, hasta el hartazgo, se floreó por todas las experiencias del foro y que yo, sin perdonarme, no me permitía conocerla. Juncal, sí. Minifalda de jean. Musculosa. Pelo corto. Vano de la puerta. Medida justa, para nosotros que somos petisos. Transpiración.
No sé cómo definir lo que sentí las dos veces que crucé pieles con Aisha.
Ayudame, por ahí vos, luego de treinta experiencias más lo puedas explicar mejor, como todo lo que sabés explicar mejor.
El bolsillo está flaco. Pero es una misión. No sé que tiene la Peti. Pero nos convierte a todos en héroes. Es una hora en la que te inyecta ese no sé qué que por ahí a vos te sale definirlo.
Tengo que volver