En un sábado de “Gala”, cumplí mi gran fantasía: garcharme a la mamá de mi amigo

Nunca fui un pibe extrovertido; tampoco introvertido. Pero mirar, miré siempre. Y prácticamente desde los comienzos de la linda primaria hasta finales de la hermosa secundaria, fui amigo de ese pibe que tenía a esa madre que se partía a la mitad.
Pero hay cosas que son imposibles, o al menos casi imposible. Y esa es una de ellas. Sin embargo, siempre hay lugar para la fantasía y los cambios de roles. Y con quien decidí cumplir esa fantasía es con la famosa Gala de París.
Como ya se sabe, Gala es una mina especialista en las fantasías. A ella la conocí hace poco más de dos años. En ese momento laburaba en otro edificio. Desde hace unos meses se mudó a un departamento ubicado sobre Corrientes al xxx, el cual está muy lindo y ordenado.
La experiencia en cuestión se dio hace dos días, o sea el sábado. Como siempre que puedo, reservo varios días antes para no tener inconveniente alguno y ya quedarme tranquilo. Le hablé el martes y me respondió casi al minuto con muy buena onda. Prácticamente en tres palabras coordinamos.
Llegado el día le vuelvo a hablar para reconfirmar y verificar que todo seguía en pie. Me pasa la dirección y ahí le tiro lo de mi fantasía, que en realidad en ese momento estaba entre dos: 1) la profesora particular de inglés. 2) la madre del amigo. Se las comenté ambas y me dice que la segunda le parecía fabulosa. Así que, sin dudar, nos inclinamos por esa.
Para ello, le digo si me podría esperar tranqui, con una remera, un pantalón de jean y sin tacos. Me da el ok, y vía mensaje de voz me tira la idea de como arrancar. “Vos llegas y entras. Preguntas por tu amigo y no está, y arrancamos desde ahí”, me dijo. Me pareció perfecto. Es más, hasta se tomó el detalle después de preguntarme por el nombre de mi amigo (a quien luego vamos a ponerle el nombre de Juan). Muy profesional, y con mucha cancha en este tipo de fantasías.
Había bastante tránsito, así que le avisé que iba a llegar unos diez minutos tarde. Por suerte no tuvo inconvenientes. Me pasa el piso, toco timbre y me abre ella desde arriba. En la entrada hay un encargado. Simplemente le decís el piso y te hace pasar sin problemas. A diferencia de otros lugares, acá parece que no piden DNI, ni nada.
Subo unos cuantos pisos, me acerco hasta el departamento, toco timbre, me abre y ahí arranca la función:
GALA: “Hola, ¿cómo estás?
YO: “¿Bien y vos? ¿No está Juan?”
GALA: “No, no está ni va a llegar. Pero si querés pasar no tengo problema”.
YO: “Bueno, dale. Me quedo un ratito”.
Me esperaba tal como le pedí. Una remera blanca bien al cuerpo, la cual se le notaba esas tremendas tetas que tiene, un pantalón de jean azul oscuro y unas zapatillas blancas, si mal no recuerdo.
Dejo el arancel (con la excusa de que le debía plata a Juan) y pedí permiso para pasar al baño. Me enjuagué la pistola, los huevos y el culo, y salí de vuelta para seguir con la fantasía. Ella me esperaba en el sillón.
Mientras seguíamos hablando, agarra una botella de agua y se vuelca (a propósito, claro está) sobre la remera. No saben lo que era esa remera toda MOJADA. Se le marcaban aún más esas gomas.
Me invita a la pieza, y me comienza a mostrar sus juguetes. “Perdón, yo tengo esto. Me gusta satisfacerme sola”, me dice.
GALA: “No te acordás cuando me mirabas mientras me duchaba y me tocaba toda la conchita y las tetas. Yo me daba cuenta, eh”.
YO: “Bueno, no era mi intensión. Yo trataba siempre de disimular”.
GALA: “¿Te gusta hacer masajes?”.
YO: “Me las arreglo. No prometo nada”.
Se saca la remera y el corpiño (yo todavía no había visto nada), aunque claramente ya estaba al palo, jaja. Se pone boca abajo, agarro un aceite que estaba al lado de la cama, y le empiezo a masajear la espalda.
“Sácame el pantalón”, me dice. La cosa ya se estaba subiendo de tono. Asoma una tanguita azul si mal no recuerdo. Me dice que me saque mi pantalón y la camisa, y que me suba encima de ella. Mientras le seguía haciendo masajes, me frotaba con esa diminuta tanga y con su espalda.
Así, hasta que me dice que ya era el turno de ella de masajearme. Me saca el bóxer y me la empieza a chupar. “Yo masajeo así”, me dice. La escupe y se la manda toda hasta el fondo. Chupa los huevos (más abajo también chupa, pero le dije que llegue hasta ahí, ja) y recorre todo el tronco. Un pete muy completo. Luego sube y me come la boca, me mandó la lengua hasta la tráquea, ja.
La acuesto boca arriba, meto mi verga entre medio de esas dos cabezas de enano y salió una turca espectacular. Estuve unos minutos y, si bien podría haber cortado para garcharla, acabé ahí. Largue una bestialidad. Le llené las tetas y el cuello de leche.
Pasé al baño a enjuagarme, volví a la cama, y tuvimos una agradable charla. Hablamos un poco de esto que estamos viviendo del Covid (lo tuvo hace poco y se recuperó), y demás cosas que no vienen al caso.
Me la empieza a chupar de vuelta, pero la saqué al instante. Quería cogerla. Enfundamos y a garchar se ha dicho. Como me quedé bastante loco con pasarle aceite, le dije que se ponga en cuatro, agarré el liquido y se lo empecé a pasar por la cola, mientras cogíamos.
“Dale, cogete a la mamá de tu amigo, hijo de puta”, me gritaba al compás del traqueteo. Cada vez más aceite tenía el orto, todo esto mientras me miraba en el espejo, el cual es bastante grande y está a un costado de la cama.
Pero, todo tiene un final, y quería acabar de esa manera, así que así fue. Me parece que ella antes tuvo un orgasmo, creo que le gustó.
Paso al baño, salgo, hablamos unos minutos más y me fui contento, sabiendo que encontré lo que fui a buscar: una fantasía, que nunca había realizado con ninguna escort.
No lo duden, colegas. Gala te cumple cualquier fantasía, está muy buena, y tiene un trato de xxxx puntos. Su arancel es salado, es cierto, pero valer, lo vale.
Saludos a todos, perdón por lo extenso, pero lo ameritaba, je

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