Anastasia SI: El último escalón del peregrinaje 2022

Evaporados los festejos mundialistas, las celebraciones navideñas y con el año xxxx ya sepultado, la rutina vuelve inexorablemente a tomar protagonismo y a adueñarse de nuestro tiempo. Para superar el tedio de los primeros días de enero intento dar forma a mis recuerdos, en un relato más o menos ameno, de mi última aventura del año anterior (de hace apenas unos días).

Este mes pasado creo que tuve el récord de cancelaciones de turnos por parte de escorts. Algunas nuevas que quería conocer (le habrán dado mi turno a algún habitué) y otras que ya conocía y con las que me llevo (o llevaba) muy bien. Ante esto no puedo evitar pensar que muchas justifican el hecho de pedir adelantos para que no las dejen clavadas pero, por lo visto, la irresponsabilidad no es sólo de parte del cliente. En fin...
Medio hinchado las pelotas decidí orientar la brújula en otra dirección y dirigirme hacia rumbos (al menos para mí) desconocidos. Me dejé guiar por la espontaneidad, hui de los "puertos seguros" y dejé que el viento empuje mi barca en nuevas aguas.

Le mandé un mensaje a Anastasia. Contesta rápido. Es amable y expeditiva. No da vueltas. Su discurso de presentación sin embargo puede parecer vago y poco preciso. Onda novia, besos full, libre participación. No menciona anal. Ante la pregunta explícita contesta que sí, seguido por un deprimente "depende". Mi experiencia me indica que eso hay que tomarlo como un NO. En mi caso no inclina la balanza a la hora de tomar una decisión pero lo aclaro para los que sí. Más tarde, en el encuentro, tuvimos una buena cogida y la verdad ni se me ocurrió pedirle la cola, así que desconozco si tiene servicio completo. Combinamos para vernos y me pasa la dirección. No pude evitar una sonrisa nostálgica al leerla.

El templo de Juncal. Tengo afinidad por ese edificio. Un limbo carente de tiempo y de espacio. Un lugar que hace sentir el hormigueo del placer clandestino al trasponer la puerta de entrada. Una abertura a otra dimensión que es completamente ajena al Buenos Aires cotidiano, de la rutina y el hastío. Un fragmento eterno. Y obvio....una arquitectura de mierda que uno disculpa con cierta indulgencia. Pienso en toda la "descendencia" que he dejado en esa locación.

Me presento en recepción, llaman por teléfono, anuncian mi arribo y me habilitan el paso. Llego al departamento y me abre Anastasia escondida detrás de la puerta. Es una mina más grandota de lo que insinúan las fotos de la publicación. Curvas por dónde la mires. Existe una disonancia con las imágenes que, a esta altura lamentablemente, ya lo tomo como algo habitual. A los que les gustan estilo vedette la van a encontrar perfecta. Yo soy más del estilo modelos. Tengo que destacar, eso sí, la forma en que te recibe. Impecable. Maquillada, tanga y corpiño (en este caso) blancos, medias tres cuartos haciendo juego con la lencería, y montada en unos tacos que la elevan por encima del metro setenta. Lo más importante la simpatía que desborda. Es una mina de carácter abierto y risa espontánea. Te hace sentir cómodo desde el primer momento. Tiene una manera de desenvolverse en el trato dónde nada resulta forzado, todo fluye con naturalidad.

El departamento es de los más presentables que he visto en Juncal. Podría decirse que es un ambiente y medio. En realidad tiene una división, que no llega hasta el techo, y se extiende en forma perpendicular a la entrada, dejando un espacio suficientemente amplio para entrar a la habitación pero no ver qué hay del otro lado. Esos “dos ambientes” le dan una mayor privacidad y una aceptable distribución al lugar. Todo muy bien decorado y con una limpieza inobjetable. Un gran sofá en el living servirá para dejar los enseres personales y (ahora me doy cuenta) podría haber servido para una buena previa. El baño tiene todo lo indispensable. Desde un armario, con toallas limpias y dobladas, hasta cepillos de dientes envueltos en celofán para el uso del cliente.

Apenas salgo del baño Anastasia me ataca. Me empieza a besar en el living. Te besa, te abraza, se engancha con la previa. Me gusta como toma la iniciativa. Franeleamos un rato largo. Tiene el cuerpo bien duro, nada de flaccidez. El punto culminante es cuando se saca el corpiño y libera ese enorme par de tetas, que despiertan los instintos más primitivos de cualquier posible visitante. No me da la boca para chuparlas, ni las manos para amasarlas. En cuánto paro un momento ella aprovecha y me lleva a la habitación agarrado de la pija. El oral es suave, tranquilo. Comparado con la cogida que me dio después, tal vez sea, su punto menos descollante. Cuando coge, ahí sí, muestra su faceta más auténtica (y más interesante). Es muy proactiva. Propone todo el tiempo. Me gusta ese estilo de escorts. Recuerdo como en un flashback, que me viene constantemente a la cabeza, ella montada encima de mí, hamacándose suavemente, con toda la pija adentro y frotándose el clítoris contra mi abdomen.
Gime, grita, putea. Parece un poco exagerada a veces pero cuando la tocás está mojada. Evidentemente se prende cuando garcha. Después de coger duro durante casi media hora ya estaba por explotar. Le pedí descargar en las nalgas. Me pidió que aguante, que la coja un rato más. Se estaba frotando el clítoris. Al ratito me dio el OK. Me saqué el forro, ella acostada boca abajo, y le dejé la leche en los cachetes del culo.

Nos fuimos a dar una ducha, tomamos algo fresco y nos quedamos charlando en la cama. La verdad, muy buena onda. Te pregunta cosas, te cuenta cosas de ella, te franelea mientras conversás. Nos quedaba un rato, así que una vez recuperado volvimos a repetir una secuencia muy parecida a la del primer polvo. La única diferencia que está vez le pedí acabar en las tetas (era algo que venía fantaseando desde que la vi). Juro que verla irse caminando hacia el baño con las tetas llenas se semen es una imagen que no tiene precio (Bueno…si, 30 lucas).

Conclusión: No quiero ser reiterativo con los planteos pero sigo creyendo que estamos en una época bastante compleja. Una conjunción de aranceles estratosféricos, servicios básicos y prácticas molestas (pedido de foto de perfil, adelantos) hacen que cada vez se vuelva más difícil encontrar la escort adecuada. A veces uno tiene la tentación de buscar exclusividad en un arancel más alto aunque muchas veces eso no resulte en un servicio mejor. Otras veces excelentes servicios se ven opacados por mala organización o por metodologías que no nos convencen. Por ejemplo una escort que suelo (o solía) visitar tiene un servicio completísimo (además de ser muy bonita) y con un arancel que ronda la tercera parte del de Anastasia. Sin embargo, los clientes pasamos como si fuera la cinta transportadora del modelo fordista. Tal vez a algunos no les importe. A otros nos resulta determinante.

Quizás el destino que nos tocó sea vagar indefinidamente en la búsqueda de nuestra escort ideal sólo para darnos cuenta, al final del camino, que nunca la vamos a encontrar.

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