Eliana, viene de esos callejones que funden alcoholes

Eliana, viene de esos callejones que funden alcoholes

Amigos, he visitado a Eliana

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y puedo decir que uno se queja de lleno, como una mariquita.

La noche te rompe la copa, vendiendo ilusiones
Dejándote retazos de sueños por los rincones
¡Pero, nena, tu risa es la magia de los rocanroles!
Tatuada llevo la marca de tus aguijones
Eliana es una mujer delgada, blanca y rubia por elección. De estatura mediana, de gomas operadas con la técnica de antes (esas duras) y desde sus ojos ve claramente el número 40 en el almanaque.
Tiene un rostro agradable, es afable, cordial y proactiva. Tiene en todo el cuerpo, bello por cierto, el rictus de las luchadoras de la vida.
Realiza un servicio completo por tres lucas la hora. Su bucal sin es muy esmerado y por una propina a voluntad, le podés acabar en la boca. Cumplidora y atenta con los horarios, contesta al toque y tiene cero dramas para programar y dar la dirección exacta. No van a encontrar una mina con actitud temerosa, al contrario.
Da unos besos húmedos y recibe también, sin dramas. No busca quedarse demasiado en eso, pero no porque sean fingidos, sino por oficio. Le podés dar por el orto, pero más que disfrutarlo se deja.
Tiene algo muy claro y es que se ocupa de vos durante el encuentro, se esmera, habla y no le saca el culo a la jeringa en ninguna actividad. Todas son con globo, menos el oral.
Su departamento en Paraná y Corrientes, es prolijo y ordenado con todo lo necesario. Amplio y setentoso pasás como tejo previa sanitización del calzado en un receptáculo ad hoc y alcohol en gel en las manos. El playmovil de la portería vigila el proceso y terminado te dice “puede pasar”.
Podés pasarte la hora cogiéndotela y ella te sigue el paso. No es mi estilo pero no necesito hacerlo para saberlo. Y acá está clara la pauta del encuentro: Eliana trabaja y le pone todo para que recibas lo que fuiste a buscar.

Escondiste todos tus recuerdos en una guarida
Jurando que nunca dirías alguna mentira
Pero vienes de esos callejones que funden alcoholes
Donde solo campeonan los peores
Durante el encuentro, Eliana es cariñosa y francamente las tres lucas que cobra, se las gana. No hace falta que aclare que en ese largo atardecer que es la madurez, ella tal vez no tenga la frescura de otrora, pero entiendo que eso se decide antes de ir, así que no busquen una sorpresa en ese sentido.
Te recibe sobre los infaltables tacos y en conjuntito de mini tanga y corpiño que aguanta sus grandes pechos. Limpia, depilada y con cero olores, podés bajar sin encontrar sorpresas o descuidos.
Digamos que la mesa está servida, y ella te invita a probar cada bocado, atenta a tus reacciones y si te quedás medio boludeando, no tiene empacho en agarrarte al verga y lustrarla hasta los lopes. Poses y actividades, las que quieras.

Saliste corriendo a la calle, que te estaba llamando
¡La puta! Qué feo que fuese sin la margarita
Las sirenas están sonando y yo sin agua bendita
Eliana no relojea, tal vez te mangue un chocolatito cuando vas llegando. Está armando su lugar, luego de deambular por otros en la zona y se nota que quiere que reincidas.
Pero uno viene con sus pequeñas y sencillas dolencias espirituales y cuando salís te ponés a reconsiderar seriamente de que carajos te estás quejando. La asimetría de vivencias, las necesidades versus las urgencias, todo hace sentir que ese rato de buen sexo que te da Eliana es casi un arrebato a sus necesidades, no a las tuyas. La diferencia está en que las propias se acaban cuando acabás, y las de ella sólo le sirven si dejó el pellejo para asegurarse de que no se guardó nada para que vuelvas.

Así son las cosas. Nuestras quejas casi femeninas avergüenzan ante la dura realidad.

Nuncagateo, desde Buenos Aires la ciudad de los ojos tan pero tan maquillados.


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