Analía. Mis expectativas eran más altas.

Cansado de leer que el pete de Analía de Gozanos esto, que el pete de Analía de Gozanos lo otro, insistí (e insistí e insistí) hasta dar con el pete en cuestión. Perdón, me corrijo. Quise decir: con la niña en cuestión.
Después de mucho llamar, conseguí un turno con Analía. Y fui.
Antes que nada, les diré que fue una experiencia minada de vicios que le restaron bastante. Y no, ya no estoy para andar pidiendo explicaciones en un privado. Además, no se portaron mal. Diría inlcuso que en el pisito de Uruguay casi siempre se portan bien. Pero la diferencia entre 50 minutos y 1 hora, puede ser para mi la diferencia entre acabar 2 veces y acabar sólo una vez. Si acabo dos veces, me voy muy felíz. Si acabo sólo una, la considero "las generales de la ley". Estuve muy cerca de acabar 2 veces y me lo perdí por esos vicios antes mencionados. Y nada peor que irme con el orgasmo trunco. Es más que la sangre en el ojo. Es un chorro de sangre que brota desde la capa más profunda de las conjuntivas.
Llegué al lugar con una moderada anticipación (para que no me pasara lo que me pasó). Como es del conocimiento de los visitantes del "privado oriental", uno pasa primero a unas especies de gateras (nunca mejor aplicado el término) con un telón. Parecen unos probadores, para quienes nunca estuvieron. Muy bien, dije yo, nadie quiere cruzarse con nadie en estos lugares.
Ahí se puede esperar largo. Pero no. Para mi fortuna, esperé hasta la hora en punto. Felíz, pasé con una sonrisa a una de las piezas. Y como si fuera un gran augurio, un comienzo auspicioso, un buen presagio, pasé a la pieza en la que mejores recuerdos tengo. Era la pieza que yo llamo "la pieza de los petes de Geraldine". Ay, sí, Carlitos! Hoy es tu día! "Hoy puedes recibir un gran pete, plantéatelo así", imaginaba a Serrat cantándome. Le aboné la hora ($100; económico para estos tiempos) a la madame y me senté. Ya era y 3 minutitos. Ok. Tampoco es que Analía tenga que ser germánica, pensé yo. Y 9 minutos me paré y abrí la puerta. "Hola?", inquirí. Nadie me contestó. Finalmente apareció Analía.

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Es muy bonita. Jovencita y muy bonita. A mi modesto entender es más bonita que el promedio de Gozanos. La saludé y le anticipé que esperaba que me compensaran la demora. "Es que estaba cenando", me contestó. Ni se me ocurrió decirle "todo bien con que cenes, estoy de acuerdo y es lógico, pero nadie que venga a estos lugares paga el horario de la cena. Pagamos la hora de sexo, corazón. Si lo mio fuese así de filantrópico, estaría intentando sembrar algo infructuosamente en algún país del África para que Bono lo descuente de sus obligaciones impositivas".
"Te lavaste?", me pregunta. Menos mal que venía bañadito y perfumado desde casa. Porque no pensaba seguir perdiendo tiempo. A qué hora íbamos a empezar a fornicar?? Y media??
Esto no tiene nada que ver con la simpatía de la chica. Lo es. Es simpática y es linda. Pero ese vicio... qué querés que te diga... me rompe soberanamente las bolitas. Esos 10 minutos se pueden emplear en romper el hielo, en besarse, en conversar. Pero se vuelven un bajón cuando estás ahí sentado, escuchando como cogen al lado y vos ahí, como en la estación del tren.
El pete es uno más en la vida de mi alegre pitulín. Es entre normal y bueno. Me gusta que me peteen. No entra en el ranking de mis petes predilectos. Lo hace hasta el final, fiel a la especialidad de la casa. No me gustó tanto como para acabar así. Para mi gusto, está verde en ese sentido.
Cogimos. Ok. Ella arriba primero y después estuvimos de acuerdo en que yo gozo más arriba y ella goza más debajo. Ecuación resuelta. Mejoró mucho la cosa así. En medio del acto me dijo que había acabado. Esto podría ser bueno. Si yo fuera a buscar un masaje al ego. Luego acabé yo. Qué bien, esto mejora, pensé. Y es lindo cogerse a una linda pendeja.
Ahí fue cuando Analía se fue. Y desapareció por unos buenos minutos. Joder. Otra vez sopa.
A la vuelta me confiesa que cuando acaba, después le cuesta salir del estado de fiaca. Ah, no, dije yo... Esto es parecido al colmo.
En el acto le dije "entonces no perdamos más tiempo".
Llegando al final, golpe de puerta. Gruñido mio. Ella me dijo: vos seguí. Y yo seguí bombeando. Ella dijo haber vuelto a acabar. Yo seguí. Estaba muy cerca. Pero muy cerca. Y pasados dos minutos desde el primer golpe de puerta, un segundo golpe de puerta.
Fue entonces cuando me dijo: ahora sí, no puedo seguir más.
Mientras me vestía le dije que hubiera esperado que me dieran los minutos que no obtuve al principio. Es que tengo reservas, fue su respuesta. Ni tengo que decir que la respuesta no me conformó. Yo también tenía mi reserva.
La xp fue normal. Pudo haber sido buena o por lo menos pudo haber sido mejor. Ustedes dirán: cómo que normal? Y sí, creo que sólo las muy buenas escorts te ofrecen una hora verdaderamente placentera.
En cuanto a Analía... no sé, creo que le falta algo. Es como un artista cuando todavía no definió su estilo.
Saludos cordiales.
Carlos Labanca