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Fernanda, sensaciones inquietantes

Amigos he visitado a Fernanda

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y puedo decir que he pasado de la indolencia a la inquietud

Los lugares y celulares quedan, las chicas pasan
Fernanda te recibe en su departamento de Suipacha y Viamonte, donde debo haber ido por primera vez hace diez años.
Mismo departamento, mismo ascensor insoportable que chirría estruendosamente a los dos segundos que abrís la puerta, mismo ignoto portero derrumbado en el mostrador de entrada, misma colmena impersonal y sesentosa de locaciones. En este caso el mismo número de celular de contacto que se lo vienen pasando las damas y dónde vamos quedando en la agenda, los visitantes.
Esto último implica que a la nueva “usuaria” del número te gatee inevitablemente cuando empieza a trabajar. Uno lee inexpresivamente el abordaje y con desdén contesta con evasivas propias de alguien que no demuestra interés. Llega el momento ante la insistencia y las promesas de “momentos inolvidables” y “oportunidades aprovechadas” uno cede (a veces a los dos segundos, a veces a las dos semanas o meses) y se hace el encuentro, más guiado por “¡y buéh, vamo a darle ya que tanto pide” que fruto del deseo primario y original de garchar. Tanto fue así que calcé el encuentro en un enroque forzado de mi laburo a la una del mediodía del viernes.
Arreglo entonces para ir a recibir un servicio completo de una hora por tres lucas y media. Las fotos no son especialmente entusiasmantes pero tampoco la pavada de torcer la boca. Son mas vale impersonales, podrían ser de cualquiera o de todas.

El sabor del encuentro
Era su primer turno, y llegó algo tarde, nada grave. Yo me ortivé un poco y sobreactué un fastidio un poco femenino a decir verdad. No la veo entrar cuando llega y me pide que suba.
Fernanda es una dama bajita, con un culo importante que acusa 26 años. Un rostro angosto y una boca carnosa que usa y abusa, cabello lacio castaño hasta los hombros, cuidado, limpio y prolijo. Ojos café pequeños y una mirada que empieza por hacerte sentir algo que paso a describir y que hace en mi caso a la esencia del encuentro.
La mirada de esta niña es directa y tierna. Destila ternura y da una imagen de indefensión que te genera un cuidado que se asienta en esa confianza que te dan y de la que no hiciste nada por merecer. Una mezcla de ansiedad y entusiasmo arranca el encuentro, como si estuviera rindiendo examen.
La habitación pequeña con aire acondicionado, da al aire y luz. El baño austero y limpio, toallas limpias.
Parados al lado de la cama, empezamos a besarnos, un momento importante para mi. Bueno, esta dama besa y se deja besar como la concha de la lora. Impresionante amigos. Actitud, énfasis, gusto, se entrega y arrebata unos besos extraoridinariamente auténticos. Podés volver a ellos durante todo el encuentro y encontrás lo mismo. Da y recibe lengua sin un mínimo de retaceo.
Ya en bolas empiezo a acariciarla y noto una piel suave y tersa, un lugar para quedarse a vivir.
Debo confesar que la dama, fisonómicamente no me cerraba, sin llegar a serme inocua. Sus pechos naturales y poco turgentes tampoco me tentaban, aunque eran para ella otro (y van…) punto erógeno. Pero empieza a mamarme la verga en pelo con tanta dedicación y entonado por sus besos mágicos y su piel de seda, obtuve una insospechada erección insólitamente juvenil.
Antes de seguirla, le pegué una linda y dedicada chupada de argolla. La mina se tumbó boca arriba, cerró los ojos y se dejó llevar por lo que sentía acabando en mi cara entre mohines y suspiros.
A todo esto, entretenido ahí abajo, le puerteé el orto con uno o dos dedos con cuidado. Su disposición y entrega eran la misma.
Lo que ocurrió lo resumo diciendo que estaba entregada e indefensa, si cabe la apreciación. Hacía tiempo que no notaba tal asimetría en los bifes de un encuentro.
Me le subo en misionero, y cogemos como novios, ella agarrándome de la cintura para clavarse a fondo. Podría haber cortado e ir por el ojete, pero nos dimos tan duro que acabé dejando los bofes.
Obviamente me faltó esa cosa cerebral que se da en los encuentros, donde normalmente uno quiere probar todo lo ofrecido. Pero la verdad ni cerca estuve de controlarme.

Donde empecé y donde acabé
Amigos, esta dama es nueva, ya lo dijo un colega en una XP que está vigente. También decía sin énfasis, que hay que cuidarla. Ella misma, me dijo que había sentido que yo la había cuidado.
Bueno, la sensación que puedo dejarles es que empecé como un cirujano dispuesto a operar. Pero tanta inocencia en la actitud, tanta indefensión y entrega, hizo que fuera imposible que vaya por aprovecharme cínicamente. Quedé entonces dócilmente disfrutando del encuentro. Parece que no puedo (todavía) ser tan hijo de puta para cabildear una ventaja. De esto, sale el título de la XP, y también quedé indefenso, con la guardia baja.
Un encuentro con una prostituta, muy lejos de la prostitución.
Si no es para inquietarse, no se que lo es.

Nuncagateo desde Buenos Aires, la ciudad de los ojos tan pero tan maquillados.


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