Mayte BG: Una fallida aventura con una civil me condujo a sus brazos (o a sus tetas)

Enero. Mes eterno. Largo y monótono. Evito salir de vacaciones en esta época porque los lugares turísticos están atiborrados de gente. Quedarse laburando en pleno Microcentro tampoco es una idea brillante pero al menos uno construye esa falsa idea de esperanza que da el corto horizonte de unas prontas vacaciones. En este mes suelo tener menos filtro que de costumbre. Mirando en uno de mis monitores como el Merval se caía a la mierda recibo un mensaje del director general pidiéndome que lo acompañe a una reunión. Mí inmediata respuesta fue "No, hoy no me jodas" (Si, ya sé un día me van a echar a la mierda). A los pocos instantes me replica "Venite. Te va a interesar". Agarro el saco y voy a la sala de reuniones. El director me esperaba en la puerta con una sonrisa rara. Me dice: "Ya están adentro. Portate bien" ¿Quién carajo estaba adentro y por qué me decía eso? Entramos y había una delegación del exterior. Dos flacos, de los cuales jamás registré el nombre, y una morocha hermosa con tremendos ojos azules, un trajecito Chanel y un enorme e indisimulable par de tetas. Ahí entendí el "portate bien" y por qué me iba a interesar la reunión. El inconfundible acento británico de la morocha me terminó de enamorar. La mina perfecta. Juro que hice honor a mí personaje y me comporté en toda la reunión como un Lord inglés. Pero bue...los Lores también tenemos testosterona y no pude evitar acercarme a conversar en privado después. Cuando la charla derivó en la gastronomía de Buenos Aires le recomendé un restaurante cercano que suelo frecuentar y le dije que esa noche iba a ir. Lamentablemente, me dijo con (no sé si fingida o auténtica) tristeza, que esa tarde salía su avión. Quizás era una forma elegante de sacarme de encima. El director se acercó, me agarró del hombro y amablemente, con una excusa, me apartó de la conversación. "¿Los invitaste a los tres o solo a ella?" me dijo con marcada ironía.

¿Cómo bajaba el nivel de excitación? Necesitaba un reemplazo rápido. Morocha, ojos azules y buenas tetas. Me acordé de Mayte. Ya había intentado coordinar una visita sin éxito. Ella no trabaja todos los días. Alterna el uso del departamento con su compañera (de la cual soy habitué). Le escribí. Tuve suerte. Ese día trabajaba y estaba libre en el horario que le había pedido. La suerte que no había tenido con la británica. A la hora convenida me acerqué a la tan conocida locación. La diferencia que esta vez cambiaba la dama que visitaba. En ese momento, Mayte me pasó la dirección exacta y el piso. Sonreí para mis adentros. La conocía de memoria. Puerta abierta, portera sentada indiferente en su escritorio, ascensores del medio y finalmente llegué a destino.

Se abrió la puerta y esta vez sí, pude conocer a la tan famosa Mayte. Es una mina atractiva. No la calificaría como bonita pero cumple con creces los estándares visuales. Un físico natural, armónico, sin defectos aunque tampoco moldeado por el deporte. Ojazos azules que hipnotizan y una personalidad que desborda buena onda. Claramente uno no puede pasarlo mal con una mina así. Los pechos merecen un párrafo aparte. Imposible que pasen desapercibidos. Enormes y con una consistencia perfecta. Provocan una erección instantánea. Claramente iba a dedicar todo el tiempo posible a tener la mayor interacción con ese par de tetas. Mayte me sugirió que debido a lo diminuto del baño dejara mi ropa en el sofá y pasara con lo mínimo necesario. Las veces que me habré duchado en ese baño. Fingí ignorancia y agradecí su recomendación. Para los que no conozcan el lugar el baño es lo más choto de ese monoambiente. Más que nada por el tamaño. Ante la falta de espacio el inodoro está ubicado debajo de la ducha. Si alguno tiene la extraña fantasía de bañarse mientras está cagando, ese es el lugar indicado para cumplirla.

Salí del baño y Mayte me esperaba al lado de la cama en lencería. Se prende mucho con la previa y no escatima besos. A los pocos minutos, y con la pija ya completamente parada, le saqué el corpiño y tuve ante mí esos enormes melones. Me sumergí en ellos y di rienda suelta a todas mis fantasías. Después de un buen rato me senté en la cama, ella se arrodilló y descubrí que la chupada de pija es otro de sus puntos fuertes. Es muy bueno su oral. No escatima saliva. Escupe la cabeza y el tronco sin ningún tipo de vergüenza y cuando te mira con esos ojos azules te hace bajar todas las defensas. En un momento dejó de chupar, se escupió las tetas y puso mi pija en el medio. Imposible describir lo que fue esa turca. Lo dejo librado a la imaginación del lector. Me pajeó con esos pechos de todas las formas posibles hasta que le dije que por favor me ponga el forro para cogerla. De más está decir que me había dejado a punto de eyacular. Tomé un poco de aire y la cogí en cuatro, intentando regular lo más posible. Algunos cambios de poses y finalmente que dije que iba a acabar. Se acostó boca arriba. Me saqué el preservativo, le puse la pija entre las tetas y me empecé a pajear mientras ella se las agarraba. Cada tanto me ponía algún salivazo que me calentaba más todavía. Cuando estaba por venir el desenlace ella abrió la boca y sacó la lengua. Mi intención era dejarle le leche en las tetas pero con tanta excitación mi puntería fue desastrosa. El primer chorro se lo dejé en la lengua y parte en la cara. Apunté la pija más abajo y le eyaculé el resto en el cuello y una mínima parte en el pecho. Mayte esperó que me salga la última gota y se fue a duchar. Después yo hice lo propio.

Nos quedamos charlando en la cama. Me pareció una mina muy agradable. Es simpática y te hace sentir cómodo. Todavía nos quedaba tiempo para un segundo polvo. Con solo volver a chuparle las tetas la pija se me puso dura de nuevo. Otra vez volvimos al oral, a la turca y de nuevo colocamos forrito. Esta vez pudimos coger más tranquilos. Sin la calentura extrema que tenía un rato antes. Pasamos de un misionero con besos en la boca a coger en cuatro. Después Mayte se montó encima mío y me cabalgó a buen ritmo. Pude apreciar como rebotaban los pechos con cada salto. Mis manos iban como un imán directo a manosearlos. Se nos estaba haciendo la hora y mi excitación llegando a su punto culmine. Esta vez sí. Quería dejarle el pleno en las tetas. La hice sentarse en la cama y me paré al lado. Me saqué el preservativo y le puse la pija entre los pechos. En ese momento Mayte desapareció. Yo tampoco estaba más en el monoambiente. Había vuelto a la sala de reuniones en la que había estado unas horas antes. La mina que tenía delante era la británica, que sentada en la silla mientras se desabrochaba el trajecito Chanel, sacaba las tetas afuera y me las ofrecía. Yo delante de ella me pajeaba hasta que la excitación se volvía irreversible y le dejaba todo el semen en el medio de los pechos. La británica de mi imaginación estaba ahí sentada con mi semen chorreando y el traje salpicado de leche mientras la británica real, quizás, estuviera en el aeropuerto esperando el avión a Londres o en el cuarto de hotel boludeando.

Tal vez debería agradecerle a Mayte por ayudarme con mi fantasía de esa tarde y pedirle disculpas por no haberla hecho partícipe de mi segundo guascazo.

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