¿El mensaje rompe las reglas?
Reporta a Lord Carrington
[XP] Camy Love. Una opción interesante aunque esperaba otra cosa.
07-Oct-2021, 00:05
Esta primavera otoñal de Buenos Aires, un híbrido estacional, o una especie de oxímoron, parece una época de transición melancólica hacía una nueva era post pandemia que todos esperamos que llegue de una buena vez. La semana pasada, decidí perderme por las calles no tan transitadas del microcentro en busca de nuevas aventuras. Tenía ganas de conocer a Camy Love. Fotos sugerentes y relatos prometedores eran una buena excusa para experimentar una visita a esta señorita. Le escribí por la mañana, y a pesar de no ser cliente, conseguí relativamente fácil un turno para ese mismo día. Me llamó la atención que en el WhatsApp siempre está “online” lo que me dio la impresión que no es ella quien contesta. Al a hora indicada me aproximé hasta su ubicación.
Edificio conocido en Maipú al xxx. Doble puerta de vidrio en la entrada. Ausencia de portero, encargado o chusma arancelado que haga guardia en la entrada. Uno avisa por WhatsApp de su arribo al lugar y Camy baja a abrir. Es la oportunidad para verla de civil y sin producción. Primera impresión. Es bonita. Tendrá 24-25 años, no más. No difiere de las fotos de la publicación. El exceso de Photoshop de la misma es para disimular rasgos distintivos, como tatuajes, pero mantiene las características corporales de la niña. Posteriormente, al verla sin ropa en el departamento, uno corrobora que la publicación es fiel. El rostro (que no aparece en la publicación) es uno de sus puntos fuertes. Es muy agradable, tiene una sonrisa de esas que son peligrosas para los enamoradizos y unos ojos verdes (que no logré distinguir si son naturales o no) que redondean un combo de belleza y sensualidad muy sugerente.
Presentación de rigor, corto trayecto por el ascensor y llegamos al escenario dónde transcurrirá el presente relato.
El departamento es
prácticamente un gran pasillo. Frente a la entrada una puerta cerrada que intuyo es la cocina, la segunda puerta a mitad de ese largo y angosto corredor es el baño. Pequeño, sin lujos, algo incómodo, pero en correctas condiciones. Un habitáculo cuadrado y diminuto para ducharse, un jabón líquido disimulado en un rincón y un detalle pintoresco: Arriba del inodoro (sin tapa), perdidos en un agujero oculto en un azulejo, restos de sahumerios que habiéndose consumido inexorablemente con el tiempo han dejado como único testimonio de su existencia los pequeños cabos de madera que servían como soporte. Por último, al final de ese largo pasillo dos puertas: una sobre la misma línea que las dos anteriores (y que conduce a una primera habitación), y al fondo como epílogo de ese largo recorrido, ya sea hacia el paraíso o hacia el averno, finalmente la habitación de Camy. El lugar lo comparte con una compañera. Desconozco quien es. También desconozco si es una o más. No la crucé ni a ella/s, ni a algún posible cliente pero en algún momento escuché abrirse alguna puerta y alguien pasar al baño.
Higiene de rigor, ambos nos despojamos de nuestra ropa de calle y listos para entrar en acción. Aquí mi error de haber ido con una idea preconcebida. Por lo relatos leídos esperaba un huracán que me pase por encima. Al menos en mi experiencia no fue así. Fue una actitud muy pasiva, receptiva pero no reactiva. Acató cada uno de mis pedidos sin una sola objeción pero sin proponer absolutamente nada. Todo lo que pasaba por mi imaginación se lo proponía y ella lo cumplía sin acotaciones. El repertorio fue amplio y no puedo quejarme de nada pero me sorprendió su falta de reacción. No pude establecer la diferencia entre lo que le gustaba y lo que no, sencillamente me dejó hacer o se limitó a hacer lo que le pedía. Los “muchos besos” que me prometió en su speech fueron sólo míos. Si bien nunca me corrió la cara sentí que se resignaba únicamente a recibirlos.
A pesar de mi sorpresa ejercí un amplio repertorio haciéndola comenzar por un bucal y, después de colocar protección, misionero, en cuatro, ella arriba (se movía muy bien), otra vez en cuatro pero esta vez anal (ni una sola queja o indicación de Camy al respecto) y terminamos a pedido mío con un bucal dejando todo el producto de mi excitación dentro de su boca. Fue a escupir al baño y luego de una corta ausencia regresó a la habitación.
En la charla tuvimos mucha más conexión que en el sexo. Me pareció simpática. Vuelvo a advertir: Ojo cuando sonríe porque ese es uno de sus puntos fuertes. Tal vez yo no sea más que un romántico incurable, inclusive en estos ámbitos, pero ese tipo de sonrisas me pueden. Con respecto al tiempo, no se preocupen. Camy controla en todo momento como se va desarrollando el encuentro. Relojea sin ningún tipo de pudor, ni disimulo.
Retomamos por sugerencia de ella (la única que hizo en todo el encuentro) ya que no quedaba mucho tiempo. El repertorio fue casi el mismo, sin el anal esta vez, y en un lapso más acotado de tiempo. Volví a terminar en su boca, esta vez escupió en la servilleta y después fue al baño. Higiene final, pago del arancel correspondiente y ambos nos tuvimos que cambiar. Ella para bajar a abrirme, yo para volver al mundo exterior.
Como reflexión final resalto algunos puntos favorables. Es una mina atractiva. Las fotos son bastante fieles y su rostro es de una belleza inobjetable. Maneja un arancel accesible para el servicio que brinda. Tal vez haya herido un poco mi ego tanta ¿pasividad? o ¿indiferencia? No sé cómo definirlo. Estoy acostumbrado a provocar un poco más de propensión, algo que con Camy no logré. No tengo ninguna queja, al contrario. Cumplió con todo lo que le pedí pero no más que eso. Probablemente le dio un baño de humildad a mi orgullo, que sigue creyendo que a pesar que esto no es más que una transacción comercial, quiere dejar una huella en todo lo que toca. Y hoy Camy me demostró que no siempre es así.
Tal vez como decía el poeta francés Charles Baudelaire: “Esa necesidad de olvidar su yo en la carne extraña, es lo que el hombre llama noblemente necesidad de amar”.
Gracias por leer el relato.
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