Escort Tamara BG: Una vuelta a las raíces bairesgirls

En estas épocas del Mundial de Futbol mis facultades mentales (que tampoco son muy brillantes) suelen atrofiarse bastante. Los partidos de futbol desplazan a las funciones vitales del cerebro, y éste último funciona en una especie de nebulosa básica. Si a eso le sumamos la época atípica en la que se juega este torneo, muy cerca de fin de año, dónde el cansancio usual se siente más que en otros momentos, podemos decir que tenemos un combo bastante explosivo. Por eso pido disculpas de antemano si mi relato no es lo suficientemente claro.

Estoy un poco alejado del mundo escort. Hace rato que noto un combo bastante decepcionante de aranceles altos y servicios chotos. Así que estoy visitando a unas pocas asiduas y el resto del tiempo lo destino a civiles, que últimamente me sorprenden más que las profesionales.

Sin embargo, había leído algunos relatos de Tamara y me dio curiosidad conocerla. Combinamos rápidamente por WhatsApp y arreglamos un horario para vernos. El destino: el venerable Templo de Juncal. Hacía rato que no visitaba ese lugar. Un edificio viejo y choto desde lo arquitectónico aunque me despierta gratos recuerdos de aventuras pretéritas. Un sitio que me hace sentir cómodo. Evidentemente la sumatoria de momentos de placer influye en la construcción de recuerdos asociados a un lugar particular. Otros edificios del rubro, al menos en mi caso, me provocan el efecto contrario. El edificio tiene una recepción con un encargado. Uno se anuncia y vía telefónica le avisan a la dama de nuestra presencia. Una vez que le dan el OK el encargado nos habilita el acceso. El lugar es deprimente, máxime si uno decide ir por escaleras. Ahí uno conoce, lo que creo es, lo peor del edificio.

Llego al lugar de destino. El departamento de Tamara es un dos ambientes básico. Apenas se traspone la puerta de entrada a la derecha se encuentra el baño. Completamente apto para estos menesteres. Sin ser un lujo, tiene todo lo necesario para la higiene y la comodidad del cliente. A la izquierda uno puede apreciar una cocina integrada. Este mini pasillo, casi inexistente, nos conduce a un diminuto living. Una mesa con sillas completan el elemental decorado. Al fondo, la habitación de Tamara. Ambientada con luces estilo boliche, uno tiene la fantasía de estar cogiendo en el VIP de la disco. Bueno….una especie de VIP con cama de dos plazas.

Tamara es una mina sugerente. Lejos de ser una belleza aunque con un atractivo interesante. Se nota el cuerpo tonificado en el gimnasio. Espalda marcada y piernas duras con músculos firmes. Cero flacidez. Tetas naturales y pequeñas. No son descollantes pero no desentonan. Me llamó la atención la cola. Un tanto chata. Por el físico cuidado que tiene la niña imaginaba una cola más estilo manzanita. Parece un culo que no corresponde a esas piernas duras y trabajadas. Ojo, no tiene fea cola pero las fotos quizás insinúan algo diferente. O tal vez yo me estoy poniendo cada vez más hinchapelotas. Además de su físico de gimnasio, Tamara tiene dos cualidades muy importantes. En primer lugar, es una mina muy simpática. Segundo, tiene un muy buen servicio. Y acá quiero remarcar que se nota su sangre guaraní. Es el estilo de mina fogosa, que por momentos se olvida que está trabajando y empieza a coger en serio.

Zanjadas las cuestiones financieras, y la higiene de rigor, empezamos a besarnos. Unos besos interesantes aunque no muy pasionales. Algunos minutos después, ya en plena cogida, esos besos se transformaron en algo bastante porno, con mucha lengua y cero sutilezas. Tamara sabe calentar. Mientras me besa me agarra la pija por encima del calzoncillo. Al comprobar la dureza la saca afuera y me empieza a pajear. Se saca el corpiño. Se queda en tanga y tetas. Se las chupo. Ella sigue haciéndome la paja. Me acuesto en la cama y revoleo el bóxer a la mierda. Empieza a chupar. Arranca despacio para calentarme. Le pasa la lengua al tronco como si fuera un helado. Me mira fijo con una mirada desafiante. Quiere asegurarse que la vea pasarme la lengua por la poronga. Se la manda toda en la boca. Durante los próximos minutos se va a dedicar a hacerme garganta profunda. Voy a ver mi pija desaparecer dentro de su boca. Siento con total nitidez el sonido de las arcadas. Son las mismas arcadas que tiene alguien que está vomitando. De hecho, si alguien fuera de la habitación la escuchara creería que la mina está en pleno vómito y no chupando una pija. Tengo que confesar que me calienta mucho escucharla. Después de un rato, y dejándome casi a punto de acabar se sube encima mío y con la tanga puesta me frota la concha por la pija mientras me besa. Le pido que me ponga el forro. No doy más. Me pone el preservativo, se unta gel en la concha y se la acomoda adentro. Hace gala de sus dotes de jineta en una cabalgata con todos los condimentos. De frente, de espalda, besándome en la boca, mostrándome el culo. Me pone las manos en el pecho y mueve la pelvis en forma acelerada mientras jadea. Le aviso que estoy por acabar. Largo la leche adentro del forro mientras Tamara salta arriba mi pija. Imposible aguantar tantos estímulos.

Ambos nos higienizamos y tomamos algo fresco en la cama mientras charlamos. Es una mina muy amena para charlar. Y muy espontánea. En mitad de la charla me empieza a acariciar la pija. Volvemos a los besos. Ya la tengo dura de nuevo. Tamara va directo a chuparla. Se pone de costado para que pueda manosearle el orto. Después de un rato de disfrutar de esa mamada le pido que me ponga el forro. Cogemos en misionero. Aprovecho a besarla. Se prende con los besos, es proactiva. Queda poco tiempo. Le digo que se ponga en cuatro. La cojo un rato. Me falta probar la cola. Se pone gel y se la manda despacio. Una vez que entra la pija en su ano empiezo a bombear con más ímpetu. Agarro la almohada y la pongo bajo su cuerpo. Ella se acuesta boca abajo. Sigo dándole por el culo sin pausa. Aprovecho a besarle el cuello, la boca. Siento que voy a acabar de nuevo. Le aviso. Mientras nuestras lenguas se mezclan en un juego pornográfico mi descendencia termina dentro del látex, en su culo. Espero que salga la última gota y cuando la pija empieza a perder dureza se la saco del orto.

Nos despedimos con promesa de reencuentro y salgo al infierno veraniego del microcentro. Si bien no me voló la cabeza, Tamara fue una vuelta a las raíces. A la época pre-pandemia dónde uno encontraba servicios más interesantes. Algo que hoy en día, al menos en mi caso, lo cubren las civiles. Pero bueno, no quiero culpar a las escorts de este cambio de condiciones. Muchas chicas trabajan realmente bien. Evidentemente somos los clientes quienes avalamos esto. Los que pagan adelantos, los que compran contenido, los que aceptan pagar tarifas dolarizadas por servicios básicos, hacen que este rubro se degrade. Y este rubro, como cualquier otro dentro de la economía, se rige por la oferta y la demanda. En esta época el punto de equilibrio se encuentra muy por debajo del de antaño. Y eso implica que nosotros somos los principales responsables.

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