Romy. Bella Guarani, experta en petes y turca. Fotos y videos

La vi salir del departamento de mi masajista y me flechó. Se paró frente al ascensor y le saque una radiografia. Una morocha, alta, bonita, con un vestido negro cortito, que mostraba unas piernas esculturales, un culito paradito y unas enormes tetas, cinturita fitness, me dedico una sonrisa que me desarmó. Le pregunte a mi masajista y me dijo que se llamaba Romy y era masajista escort. La busque en Baires y asi me enteré que atendía de sábados a martes, ventaja total porque tenía en sábado libre. La investigación previa salio sobresaliente, pocas xp recientes – parece que se reintegro a la actividad hace poco -. Pero todas buenas y de usuarios confiables. Reserve turno, atiende en el appart de Esmeralda al 900. Golpee la puerta y me atendíó ella con el mismo vestidito con el que la conocí. Mientras literalmente me comía la boca mis manos inspeccionaban el culito. Durito. Mucho gimnasio. Una verdadera joyita. Además de dar unos besos memorables, profundos, mucha lengua. Es super simpática, siempre sonriente. Le ayude a sacarse el vestido y el corpiño quedando a la vista unas tetas grandes, bien modeladas. Mientras me ayudaba a desvestírme a mi, disfrutaba ese lomazo increíble. Cuando voló el bóxer se prendió de la poronga y peteo con buena técnica, alternando con una buena turca. Esas tetas están diseñadas para abrazar la pija, y ella las sabe usar. Le empece a acariciar la concha y sentí que se mojaba. El momento de explorar la almejita había llegado. La acosté en la cama. Es maravillosa. No dice que no a nada. Abierta de piernas el espectáculo era maravilloso. Lo admire y comencé con el paleteo. La concha limpita, depiladita, sin olores, parecía estar comiéndome una colegiala. Le quise meter un dedo en el culito, pero me dijo: prefiero la pija. Ese culito me estaba llamando. Se lo pedí. Ningún problema, un poco de gel y la orteada perfecta, estuve dando bomba un buen rato, pero quería acabar mirándole la carita. La di vuelta. Cambio de forro y al clásico misionero. Un polvo ideal con una chica ideal. Estalle como una bomba. Me quede un rato todavía en el emperne, mirándola. Me sali, la higiene de rigor, y me vesti observando ese cuerpo perfecto. Le pedi una fotos y me dijo que no se dejaba sacar fotos. Pero como el burro que no coje por lindo sino por tenaz, logre una negociación: ella me iba a dar las fotos para compartir. Y asi fue, son las que pongo a disposición. Me despedí encantado. El encuentro me había salido impecable.

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