Venecia -Reencuentro en llamas bairesgirls

Hace unos días recibí un mensaje de un número desconocido sin texto. Tenía foto de perfil. Claramente era ella. Pura fibra natural. Ella es como un animal salvaje que cada tanto se acerca a los humanos.
Estuve varias veces con ella en dos departamentos diferentes. Y la última decidí proponerle hacerla en casa. La busqué en la moto y paseamos hasta mi casa. Esta vez garuaba. Como ya confiamos el uno en el otro, la busqué en taxi. Estaba preciosa. Facciones juveniles, hermosa sonrisa y mirada franca. Tiene ahora el pelo de color tirando a remolacha, largo y frondoso. Botas Blancas. calza y una campera, que no impedía que resaltara la solidez de Vene. Muy fuerte
Al llegar a casa peló su lomo. Mamita. era como un imán. No podía dejar de abrazarla, besarla y acariciarla. Su piel es de extrema suavidad. Mientras yo descorchaba un champaña rosado que le encanta (ya saben) ella me pidió ir al baño.. A los minutos salió con un conjunto rojo y zapatos blancos muy altos. Me miraba de arriba (soy petiso)
Brindamos y mientras nos besabamos como amantes reencontrados, me dijo que me había extrañado. Pero sobre todo a mis manos. Ya me lo había escrito. Desde el primer encuentro se produjo como una magia entre su Chuchi divina y mi boca y manos. Cada vez se contorsionaba más y la sucesión de orgasmos un fenómeno de posesión. Al punto de dudar si no le estaba haciendo daño. Pero lejos de eso. Me respondía que cada polvo era mejor que el anterior.
En casa ahora "fue peor". Luego de los dos primeros tuve que buscar un toallón, ya que estaba mojando mi cama. Con mi verga en la boca, seguía acabando mientras le invadía la chuchi sin compasión.
Prácticamente no la dejé reponerse. Luego literalmente la poseí. De frente y en cuatro la castigué, la apuñalé con mi verga y ella seguía acabando.
Que hembra tan dulce y salvaje. Sólo la dejaba acomodar un poco la respiración. Y nuevamente "el castigo". Tomábamos un traguito y retomabamos la tortura. Cada tanto volvía a chuparla o acariciarla. Y quemaba. Mi Dios.
Ella, obediente hacía lo que le pedía (menos entregar el *, aclaro)
Y así llegamos a mi. petite morte en su boca golosa.
Luego nos reímos, abrazados, seguimos charlando desnudos, comimos algo y se fue
La acompañé a tomar un auto
Y nos despedimos, felices por el reencuentro y agradecidos por tanto mutuo placer.
Ser caballero, pulcro y respetuosamente dominante saca en. ella la yegua interior que pide ser domada.
Gracias Vene por una noche inolvidable.

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