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NOELIA, ¡¡¡CÓMO LA CHUPA DE BIEN!!!

Después de un par de experiencias mediocres decidí mejorar mi búsqueda e intentar encontrar a una nena que cumpliera mis expectativas. Me pareció que podía ser Noelia y creo que acerté. Ojo, porque el arancel es de hace unas 3 semanas y puede haber subido.

Reservé media hora para conocerla en su apartamento de Florida con Viamonte. Es su vivienda habitual y el único problema es tener que esperar en la calle a que baje a abrirte rodeado de los gritos de “cambio, cambio”. Aproveché para ver los nuevos modelos de zapatos de la temporada de primavera y ya les aviso de que están bien caros.

Noelia es como una novia de la universidad. Delgada, linda, arreglada, que te invita a su apartamento porque sus padres se han ido a un asado y vas como loco a cogerla. Bajó a buscarme vestida con total discreción, pero ya en el elevador me comió, para mi sorpresa, a besos.

Entramos a su lindo apartamento y mientras yo me lavaba, ella se cambiaba. Cuando volví al cuarto ya no era la misma. Con tacos, tanga y corpiño era otra cosa.

La nena es muy delgada, bastante más de lo que parece en sus fotos. 1.65, poco culo y casi sin tetas, pero el servicio es de primera. Nos besamos a full, repasé su cuerpo por todos lados, me tumbé en la cama y vino a chupármela.

¡¡Y cómo la chupa!!. Para mí, el mejor pete que he tenido postpandemia. Bien de presión, baboso, bajando y subiendo por todos lados, ocupándose de los amigos y de la zona perianal y con una cosa que personalmente me vuelve loco: la capacidad de, con la pija muy metida en su boca, ser capaz de sacar la lengua y repasarte más abajo. No sé si me explico bien, pero es algo fantástico.

En mitad de la mamada, y mientras me ponía bizco del gusto, solo pude pensar en si la dejaba continuar o pasaba a cogerla. Cuando opté por pasar al garche, ella me dijo: “dejame que siga un poco más” y no me pude negar. La dejé seguir con ese maravilloso pete toda la media hora y solo cuando vi que se me acababa el tiempo le dije que se dedicara a los huevos mientras yo me masturbaba y mi leche saltaba camino de su espalda como si fuera un quinceañero.

Poquísimas veces me ocurre que renuncio a la penetración, pero esta fue una de ellas.

Me recuperé, hablamos un poquito (no relojea) y vi que había un gato muy tranquilo por el salón. Lo digo por si hay algún alérgico.

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