Escort Alesa Caribe - Microcentro bairesgirls

Era uno de esos días grises y pesados en la ciudad del caos. Desde temprano andaba a mil haciendo trámites de desocupado, pateando oficinas, y con la cabeza a mil. A eso del mediodía, mientras esperaba que me atiendan en una de esas ventanillas eternas, se me cruzó un pensamiento: «¿Y si le escribo a Alesa?». Ya la tenía ojeada desde hace un tiempo. Siempre me llamó la atención su estilo, su mirada pícara en las fotos, y ese aire canchero que la hacía destacar entre tantas.

Le mandé un mensaje, y al toque me respondió con toda la onda. Me pasó su cartita actualizada, bastante clara y completa. Coordinamos enseguida. Me comentó que generalmente trabaja solo con reservas, pero justo ese día tenía un huequito. Sentí que había caído redondo, como si el universo me estuviera tirando una soga, jaja.

Ya en camino, me mandó la dirección exacta, la zona era bastante tranquila y bien ubicada. No tuve problemas para llegar. Al llegar al edificio, me pareció todo bastante prolijo. Portero presente, aunque no me pidió nada raro, solo dije el número de piso y me dejó pasar. Subí en el ascensor y mi ansiedad iba en aumento.

Toco la puerta, se abre… y ahí estaba. ¡Mamita! En persona era incluso más linda que en las fotos. Súper femenina, sonrisa encantadora, y con un lomazo que te deja sin aire. Estaba vestida de forma sensual pero elegante, sin caer en lo vulgar. Me invitó a pasar, el lugar estaba limpio, con aroma rico, música suave de fondo. Luz tenue, aire fresco. Todo listo para lo que venía.

Nos sentamos a charlar un rato, muy relajado. Me ofreció algo para tomar, charlamos de la vida, del laburo (o la falta del mismo, jaja), y me comentó que comparte el depto con una amiga, pero que en ese momento estaba sola. La verdad, muy buena onda. Cercana, simpática, y sin apuros.

Después me invitó a darme una ducha. El baño estaba impecable, con toallas limpias y productos disponibles. Me pegué una ducha rápida para sacarme el trajín de la calle y volver con todas las pilas.

Y ahí empezó lo bueno.

Desde el primer momento, su actitud fue increíble. Besos ricos, apasionados, sin apuro. El cuerpo se entregaba al juego, sabía muy bien cómo manejar los tiempos. Nos tomamos un rato largo para los mimos, el juego previo fue de los mejores que tuve en mucho tiempo. Se notaba que le gusta lo que hace, y lo hace con ganas.

Pasamos por varias posiciones: arrancamos con un clásico misionero, lento y profundo, con besos y susurros al oído. Después vino una cabalgata memorable, donde ella tomó el control como una diosa. Y para cerrar, en cuatro, con una intensidad tremenda. Todo el encuentro fue fluido, con mucha piel, conexión y cero apuro.

Terminamos riéndonos, charlando un rato más, y hasta me recomendó un par de lugares para comer cerca, jaja. Me acompañó hasta la puerta con la misma sonrisa con la que me recibió. Me fui con una sonrisa de oreja a oreja y con la firme idea de volver.

Sin exagerar, fue de las mejores experiencias que tuve. Alesa es un fuego, pero además, una excelente anfitriona. Te hace sentir cómodo, valorado, y sobre todo… bien atendido.

¡Saludos, muchachos!
Nos seguiremos cruzando por acá con más XPs.
Y si les da fiaca escribir… háganse un tiempito, vale la pena compartir.

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