Escort Luly BG - Caballito bairesgirls

Le escribí a Luly a las 10 de la mañana. Había leído varias cosas sobre ella y decidí probar suerte. En menos de cinco minutos me respondió, diciéndome que estaba en Caballito y me mandó un mensaje automático con las tarifas y servicios. Me preguntó la hora a la que podía ir, y arreglamos para las 11.

Diez minutos antes del encuentro, me mandó otro mensaje pidiéndome que le avisara cuando estuviera abajo. Justo había llegado y le respondí. Me dijo que esperara, que su amiga bajaría a buscarme. Ahí me di cuenta de que no era independiente, aunque tampoco me importó mucho.

Bajó una mujer, me guió a un edificio bastante decente y subimos al segundo piso. Cuando entramos, el lugar era un monoambiente moderno, pero con las luces apagadas no se veía mucho. A la izquierda había un baño amplio y limpio, bastante cómodo para un lugar tan chico. Me dijo que me metiera y que esperara detrás de la división donde estaba la cama. Cerró la puerta y se fue. Me quedé un rato mirando el celular, sabiendo que siempre hay que esperar un poco.

Pero no pasó mucho tiempo y ahí apareció Luly. Era chiquita, no más de 1,55 m, flaquita y con un vestido blanco casi transparente que dejaba poco a la imaginación. Las tetas, pequeñas y naturales, y la cara se veía bastante parecida a las fotos, aunque no era muy linda, pero sí joven.

No hubo ni "hola" ni "¿cómo estás?". Apenas me vio, me agarró la pija y empezó a meterme lengua. Bajó el cierre y se puso a hacerme un pete increíble. Le tuve que pedir que frenara un toque porque necesitaba pasar al baño. Me di una ducha rápida y, al salir, ya estaba en bolas, arrodillada justo en la entrada de la división, lista para seguir. Sin perder el tiempo, me la chupó otra vez, esta vez con más ganas. Yo ya había dicho que le iba a pagar por transferencia, pero ni le importaba. Siguió dándome con garganta profunda mientras yo hacía la transferencia. Le pedí su alias, me lo escribió en el teléfono y siguió chupando sin detenerse.

Terminé la transferencia mientras ella me seguía mamando, y cuando le pregunté si quería el comprobante, ni me respondió. Estaba muy concentrada en su trabajo, y la verdad es que lo hacía demasiado bien. La agarré del pelo, controlando el ritmo, y la tuve así unos cinco minutos más.

Le pedí que sacara el preservativo, la tiré sobre la cama y le abrí las piernas. La metí de una, y era tan chiquita que sentías lo apretada que estaba. Se agarraba de mí, buscando besarme mientras la empujaba más fuerte. No pasó mucho hasta que empezó a pedirme que le diera más fuerte, y le di con todo. Después de un rato, le dije que se subiera. Ahí es cuando se nota que tiene 20 y pocos años. Me cabalgaba con una energía tremenda, y sí, el cuerpo de una pendeja tiene algo que no te deja pensar en otra cosa.

Después la puse en cuatro. Esa colita pequeña me llamaba, y no dudé en tomarla del pelo mientras la penetraba. Rápidamente, empezó a pedir que le diera más fuerte, pero yo ya sentía que si seguía a ese ritmo no iba a aguantar mucho. Así que le bajé la intensidad, y sin sacarla de la concha, me moví al culo. Me miró y sonrió. "¿Anal?", preguntó, y sin decir nada, seguí empujando. "Despacio, amor", me dijo, y poco a poco la fui llenando. Cuando estuvo toda adentro, ella suspiró: "Ahí está, ya está toda". Fue la señal, y empecé a darle, lento al principio, y luego acelerando. No aguanté mucho más y terminé adentro, en el culito.

Después de eso, ella dijo que le había encantado. Me fui a duchar y cuando volví, me preguntó si iba a regresar. Antes de que pudiera responder, ya me estaba chupando la pija otra vez, como si no le importara que el tiempo ya se estaba acabando. Lo hacía tan bien que tuve que cortarla rápido, si no me hubiera quedado con ganas de más.

Para resumir: Luly es una máquina de sexo. Tiene mucha onda, y sin duda alguna, voy a volver.

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