Vane BG: Dama de la vieja escuela bairesgirls

La sección “contactos” del celular suele ser, al menos en mi caso, un universo caótico y disímil que reúne personalidades diametralmente opuestas con nulos puntos en común. Como en “la Biblia y el calefón” del Cambalache de Discépolo conviven “en el mismo lodo todos manoseaos”.

La Vane civil que está agendada al lado de la “Vane BG” suele ser un ejemplo perfecto de ello. Aunque a cada una le escriba desde un WhatsApp distinto. Casualmente queriendo escribirle a la primera apareció la foto de la segunda y, con un impulso muy propio de mí, sin meditarlo demasiado cambié mis intenciones y le mandé mensaje a la del sufijo BG. Arreglamos en forma rápida y concisa para esa misma tarde. A la hora indicada me fui rumbo a la zona de Perón al 1400.

El edificio tiene sus años. Vane abre desde arriba. El escritorio donde debería estar el portero es lo más cercano a una máquina del tiempo. Un diario en versión papel abandonado sobre el mismo da una imagen más propia de los años '80 que de la actualidad. Las escaleras y la estructura edilicia nos remontan más atrás todavía en el tiempo Los pasillos me dieron una sensación de estilo algo tumbero. O yo me estoy aburguesando cada vez más. O una mezcla de ambos. El departamento es antiguo pero correcto. Una vez dentro nos dirigimos hacia la derecha. La habitación de Vane tiene baño en suite, con la comodidad propia de poder permanecer aislado del resto de los ambientes. Si bien ella es independiente comparte el lugar con una o más personas. Escuché voces pero no me crucé con nadie aunque antes de ir al baño hubo que corroborar que no estuviera "la amiga".
El cuarto de Vane es otro agujero negro en la dimensión espacio/tiempo. El empapelado, las cortinas, la lámpara en la mesita de luz y el inmenso placard negro son elementos propios de otra época. Solo el acondicionador de aire split le da a uno la tranquilidad de seguir habitando en el siglo XXI. Una silla y un puff cubo rojo completan el escaso mobiliario.

Vane es una MILF +40 con un cuerpo muy cuidado. Personalmente me pareció más delgada que en las fotos de la publicación. Se nota que hay disciplina combinando dieta y ejercicio. De todas formas, existe un cierto retoque en las imágenes para profesionalizarlas y dar un aspecto más fitness. Si bien ella no es el target que suelo frecuentar, tenía ganas de una fantasía particular. Una madura que coja con ímpetu. Y para eso Vane es perfecta. Se nota en su rostro el agregado de labios y, quizás, algún otro toquecito estético. No es mi estilo pero su servicio y simpatía compensan con creces. La excitación que provoca con su manera de coger es difícil de encontrar dentro del rubro. Claramente es una dama de la "vieja escuela". Me recibió con una pollera negra estilo engomado, lencería roja y tacos.

Cumplidos los hábitos de higiene quedamos cara a cara ante la hora de la verdad. Se acercó a besarme. No escatima boca ni lengua. Difícil que la pija no acuse recibo ante tal franeleo. Ella complementaba con un masajeo de bulto por encima del calzoncillo. La saqué afuera y empezó con una paja suave. La temperatura iba subiendo. Mis manos en sus nalgas y mi boca en sus tetas. Enseguida sacamos las pocas ropas que teníamos. Me senté en la cama y ella se arrodilló a chuparla. Sabe cómo calentar. Hace esas mamadas suaves y profundas que si no te contenés acabas. Lamentablemente no hace bucal hasta el final. Alternó esa chupada con una turca. Tiene pechos operados que en su contextura delgada terminan teniendo un tamaño más que considerable. Unos hermosos pezones rosados que resaltan sutilmente en su piel blanca. A lo largo del turno chupé todo lo que pude ese par de tetas. A esta altura me había dejado completamente caliente. Se puso en cuatro en la cama y desde atrás aproveché a lamerle la concha y el culo, con una notoria ausencia de sutileza. Higiene impecable. Vane es de decir guarradas que contribuyen a calentar a su eventual compañero de cama. Lejos del "dame la lechita" que cualquier pendeja con ganas de despachar al cliente puede utilizar. En cuánto dejé de lamerla se acercó a la mesita de luz. Sacó gel, que se untó en la concha y en el ano, y un forro que rápidamente me colocó en la pija.

“Cogeme”. Fue más un mandato que un pedido. No me hice rogar y, con la dama estando en cuatro, la penetré sin vueltas. A partir de este momento fue sumergirme en una dimensión de placer y entrega. Vane siempre te pide más. Mientras la cogía ella empezó a meterse un dedo en el culo, preparando solita el terreno para lo que venía. Se nota que esa zona ha sido campo de innumerables batallas. Enseguida la suplanté y mi pulgar empezó a sumergirse en el ano mientras mi pija entraba y salía del otro orificio. En un momento le saqué la chota de la argolla y le di el pie para que me tire la segunda orden del día. “Metemela en el culo”. Directa, visceral, sin ambigüedades. Mi miembro no representó ninguna incomodidad para el ano de Vane y con suma facilidad entró en su culo. Arranqué suave pero enseguida me empezó a pedir que la garche fuerte. Le di con ganas y en este punto quiero resaltar todo el oficio de esta mina que sabe acompañar, excitar y estimular con las palabras y actitudes justas para llevar la calentura al máximo. Sin sacarle la pija del culo la hice acostar boca abajo y empecé a bombear con más ímpetu hasta que el inevitable guascazo llenó el forro mientras Vane me decía como sentía latir mi pija dentro de su orto.

Me quedé unos instantes en esa posición mientras mi pija perdía dureza. Se la saqué del culo y con una servilleta Vane retiró el forro y me limpió. Muy atenta en todos los detalles. Pasé al baño a ducharme, luego lo hizo ella. Algo para destacar es su impecable higiene. Nos quedamos charlando en la cama y es una mina que te hace sentir muy cómodo. Muy empática con el cliente. Sola tomó la iniciativa y empezó a besarme mientras su mano me acariciaba la chota con suavidad. Imposible mantenerse indiferente ante esos estímulos. Se acomodó de costado con el culo apuntando hacia mí, ese culo que me había garchado con ganas hacía apenas unos minutos, y empezó a chuparme la pija con toda dedicación. No quedaba mucho tiempo. Pusimos nuevamente forrito, algunos cambios tímidos de poses y terminé cogiéndola con sus piernas sobre mis hombros mientras ella se estimulaba el clítoris. El segundo lechazo llegó casi con la finalización del turno. Así y todo tuve tiempo de darme una última ducha, tener una mínima charla de despedida y saludarnos con la promesa de un futuro reencuentro.

Hacía rato que no salía del departamento de una escort con esa satisfacción de sentir que la dama se entregó a pleno. A veces, lo que a priori parece desentonar con las preferencias y gustos personales, termina siendo muchas veces lo que te da ese sacudón de vivir una experiencia que vale la pena ser narrada.

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