Karito dulce guaraní en Puerto Madero bairesgirls

Gaturros, hoy vengo a contarles una experiencia de esas que te dejan con una sonrisa de satisfacción y la autoestima en las nubes. Conocí a esta hermosa paraguaya de casualidad, navegando entre recomendaciones y, al ver que sus experiencias la describían como "besadora" y "cuerpo trabajado en el gym", supe que tenía que hacer la inversión. Coordinamos por WhatsApp sin problemas. Buena onda y rápida para su respuesta, pactamos el encuentro para la tarde en su departamento en Puerto Madero. Llego al edificio y ya desde la entrada te das cuenta de que esto es otro nivel. Hall impecable, no vi encargado. Arriba me recibe en la puerta, veo una rubia muy bonita, con un shortcito ajustado y una blusita que apenas contenía esas lolas medianas, pero firmes. Lo primero que noto es su sonrisa picarona y la manera en que me besa para saludarme. No es un beso, es una declaración de intenciones. Me ofrece algo para tomar, charlamos un poco en el living, mientras mi vista se pierde entre sus piernas torneadas y ese culo precioso. Después de pocos minutos, ya no hay más preámbulos. Me toma de la mano y me lleva a la cama, gigante, cómoda, con sábanas que olían mejor que yo. Empieza con los besos… qué manera de besar, por Dios. Su lengua y la mía se entendían mejor que cualquier pareja de novela. Me desviste despacio, rozando su cuerpo con el mío. Se saca la ropa y queda a la vista un físico trabajado, con ese equilibrio justo entre tonificación y carne para agarrar. Las tetas, medianas pero bien firmes, la cola grande, redonda y dura como el mármol de la mesada de mi cocina. Me tira sobre la cama y arranca con el oral… un espectáculo. La mina tiene mucha técnica, ritmo, usa la lengua con una destreza que hace que el cerebro entre en modo avión. Alterna con besos en el cuello y siento su respiración algo agitada, me dieron ganas de hipotecar el auto y mudarme a Asunción. Le devuelvo el favor, beso su piel suave, me pierdo en su cuerpo y cuando llego a su entrepierna, me sumerjo en darle placer oral, descubro que ya está lista para la acción. La primera vuelta arranca en cowboy de frente, con ella dominando la situación y yo disfrutando del espectáculo de su cuerpo moviéndose arriba mío. Después pasamos a perrito, donde su cola demuestra que todas esas sentadillas valieron la pena. Finalizamos en misionero, con sus piernas apretándome fuerte hasta eyacular, mientras me mira con esa cara de "sabía que ibas a terminar rendido".
Nos quedamos un rato charlando, sin apuro ni tiempos cronometrados. Me ducho en su baño impecable, me seco con una toalla limpia (detalle no menor) y antes de irme, me da otro beso largo, de esos que te hacen querer volver.

¿Repetiría? Más vale que sí. Si tienen la oportunidad, denle para adelante sin dudar.
¡Saludos, colegas!

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