Amigo Jack: he leído con gran deleite sus palabras, siempre intensas, nunca redundantes, palabras que actualizan simpre su compromivo vital incensante, pero que jamás suenan repetidas. Celebro que asuma su pasión, entregado como una víctima sacrificial, en este caso, en el mejor de los sacrificios, el que resulta de ofrecerse en cuerpo y espíritu a una sacerdotisa que, vaya paradoja ritual, también se entrega a usted.
Permítame una sola observación que no busca contradecirlo, sino dejarle una humilde impresión: si esta celebración de los cuerpos, si este éxtasis que recrea los fragores del Valhalla de nuestros amigos nórdicos, si tanto surcar las aguas del placer, no es ya el amor...le juro que se le parece demasiado.
Un abrazo, mis felicitaciones y mi gratitud de siempre por la belleza de su relato.
A la bella Dama que ha viajado con Ud. por la sangre inquieta de estos senderos: beso su mano y dejo que el viento vigoroso del deseo que Ud. sabe despertar, erice mi piel y mis sueños.