¿El mensaje rompe las reglas?
Reporta a Lord Carrington
[XP] Sofía: La guerrera de las mil batallas. bairesgirls
25-Feb-2024, 23:59
No tengo escort de cabecera. Si tengo algunas damas que suelo frecuentar con cierta asiduidad. Sofía es una de ellas (La otra se encuentra, casualmente, en la misma locación). A Sofía la conozco desde hace rato. Siendo sincero nunca me llamó mucho la atención su publicación. Pero tanto jodieron acá con las recomendaciones que decidí ir a conocerla, más que nada para tachar una figurita clásica pendiente. Ahí entendí el porqué de los efusivos relatos. No la visité cuando publicaba con su antiguo pseudónimo en Av. Córdoba ya que, en ese momento, no era independiente. La frecuenté desde que estaba en 25 de mayo y la sigo viendo ahora que está en Esmeralda. No fueron tantas batallas, aunque a veces me diera la impresión que sí. No me atrae mucho este conocido Apart. Botón y poco discreto. Mí historial en el registro de entrada muestra que mis visitas recientes se circunscriben a dos departamentos, únicamente. Con Sofía adquirí cierta (llamémosla) química, que va más allá del atractivo físico, e incluso del servicio, y que me hace volver cada determinado lapso de tiempo. Su carácter abierto y espontáneo le da una autenticidad, tanto en la conversación como en la cama. Cuando charla es una amiga y cuando garcha es una amante. Busca el placer del cliente como el suyo propio. Si quiere acabar, te lo hace saber. Y, particularmente, eso me encanta. Su arancel en algún momento iba a dar el salto y, finalmente, lo dio. A pesar de eso es difícil conseguir turno en el mismo día. Generalmente le escribo con anticipación. Es muy ordenada con su agenda. Cero vueltas para coordinar. El día del encuentro, a la hora acordada me dirigí hacía el conocido edificio buchón.
Algo poco habitual en mí. Tenía tiempo. El clima no era tan caluroso para la época así que salí de mi oficina en microcentro y fui a pie. Caminando por la calle Corrientes pasé por la esquina de Reconquista. Detuve mi mirada en la estatua de Liniers, que arrogante blandía el sable por sobre su cabeza con gesto amenazante. Sin embargo, ajena a la memoria histórica, una paloma, posada sobre la espada, garcaba con displicencia encima del
prócer. A juzgar por la cara desfigurada del prohombre, esta actividad no era un hecho aislado. Aquella paloma vengativa (o quizás justiciera) levantó vuelo, una vez finalizada su tarea, dejando su indisimulable rastro esparcido por la parte superior del monumento. Un simple pájaro logró lo que muchos de sus poderosos enemigos no pudieron hacer en vida. Tal vez, una moraleja para aprender a cultivar la humildad.
Llegué al edificio. Exhibición de documento, indicación de la recepcionista de cómo llegar (al pedo, ya conozco de memoria el camino) y, ahora sí, acceso libre para ir directo, por enésima vez, a los brazos de Sofía. La dama me recibe con su acostumbrada pulcritud y haciendo gala de una sexy lencería negra y tacos. Siempre sonriente, siempre simpática. La rutina es casi siempre la misma. Cuando salgo de la ducha Sofia me espera acostada boca abajo, con ese atractivo culo apuntando en mi dirección. Imposible permanecer indiferente. Es casi un acto reflejo sumergirse de manera poco sutil en sus partes íntimas.
A partir de ahí es difícil seguir un relato ordenado. Lo secuencial no refleja lo ocurrido en esa habitación. Le da un orden lógico a la narración pero todo ocurre de manera vertiginosa, desordenada, caótica. Sin un principio claro, sin un final marcado. Como intentar describir una explosión atómica. Todo sucede en simultaneo. Uno reconstruye lo acontecido una vez finalizado. Los átomos confluyen en forma desordenada desatando una reacción en cadena, como la lengua de Sofia, que pasa de la boca al cuello, a la cara, húmeda, caliente, moviéndose rápido. La mano de ella en mi pija, las mías en su culo. Tengo flashes en forma de recuerdos. De repente estamos haciendo un 69. El sonido de Sofia chupando me excita. Lo mismo que sentir correr su saliva por mi pija. No la veo porque tengo la concha en la cara. Me estiro y le meto la lengua en el ano. Estoy muy caliente. Esa secuencia dura varios minutos. O una eternidad. No estoy seguro. Estoy sumergido en una dimensión paralela. La lengua de Sofia está de nuevo en mi boca, buscándola. Yo estoy ahora boca arriba con el forro puesto. Ella se monta. Me cabalga con ímpetu. Salta arriba mi pija. Se hamaca rápido. Frota el clítoris contra mi abdomen. Se acuesta encima mío y me besa otra vez. La siento jadear. Apura los movimientos. Larga un gemido largo y para. Me abraza y se mueve lento. Siento mis huevos mojados. De repente tengo la imagen de ella en cuatro. Busca algo en la mesita de luz. Yo desde atrás le meto le lengua en el orto. Lo encuentra. Es el gel. Cuando saco mi boca se unta un poco en el ano. Me agarra la pija y se la mete en el culo. Me pide que la coja. Me gusta verla en esa posición. Me termino acostando encima de ella, sin sacarle la pija del culo. Bombeo un rato más y siento que voy a estallar. La beso en la boca mientras eyaculo dentro del látex. Espero que mi pija deje de latir y se la saco del culo. El forro está lleno de leche. Lo retiro con cuidado y me voy a higienizar.
Coger con ella es como el sprint final de una carrera. Necesitás un instante para recuperar el aliento. Aunque seas deportista de élite. Cuando vuelvo del baño la amante desaparece y aparece esa mina simpática que charla y te cuenta cosas como si fuera una amiga de confianza. Su espontaneidad facilita la comunicación en los momentos de relax.
No queda mucho tiempo pero me insinúa hacer un “rapidín”. Sus besos combinados con una suave paja hacen efecto enseguida. Cuando nota que ya tengo la dureza justa sonríe y me la empieza a chupar. Se pone de costado para que le pueda manosear el orto. Hace amague de agarrar otro forro para coger pero le digo de terminar así. Nada más relajante que ese oral. Veo su cabeza subir y bajar con un movimiento hipnótico. Me dejo llevar por su expertise y le eyaculo en la boca. Espera que salga la última gota y escupe en la servilleta. Ahora sí, game over.
No hay mucho para agregar de Sofia. Se ha escrito demasiado de ella. Su regalito ya no es tan accesible como antes. El libre juego de la oferta y la demanda lo ha ubicado unos escalones más arriba. Cruel pero real. Al arancel de $60.000 le sumé el adicional de $5.000 de la cola.
Me cambié tranquilo, nos despedimos con un beso y nuevamente al mundo exterior. La memoria, lentamente, trataba de ordenar el caos de lo sucedido en aquella habitación para almacenar esos momentos en forma de recuerdos. Una tarea, por cierto, nada fácil.
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