Lara: Una mina interesante con un estilo muy tranqui.

Época de transición de gobierno. Como suele suceder, sobre todo en nuestra bendita Argentina, eso trae aparejado incertidumbre, inquietudes, muchas preguntas y escasas respuestas. Las variables macro tienen su eco a nivel empresarial y mi oficina, claramente, no fue la excepción. Reproyección de ingresos y gastos, recálculo de perspectivas financieras, etc. Nerviosismo en mis superiores, inquietud en mi grupo de gente y yo en el medio intentando dar respuesta a unos y tranquilidad a otros. Cosa por demás difícil. En la soledad de mi escritorio intenté detraerme un poco de la realidad. Y que mejor forma que intentar irme un rato a la mierda de semejante caos. Miré mi agenda y le escribí a Lara. Un horario choto, dónde la mayoría de las chicas suele tener su agenda completa. Claramente esperaba que me dijera que estaba ocupada. Me equivoqué. Expeditiva para contestar mensajes y para organizar el encuentro. Cualidades que cada vez aprecio más. Algunas damas tienen un delay importante entre mensaje y mensaje. No es el caso de Lara. Pregunta concreta, respuesta concreta y cita arreglada. Chapeau, mademoiselle.

Segundo problema. Como hacía para rajarme del laburo. Agarré el saco y fui a la oficina del director general. Le dije que me quería reunir con uno de nuestros principales clientes para preguntarle cómo veía el panorama 2024 y, en función de ello, proyectar las posibles ventas para el próximo año. Que esos temas era mejor charlarlos personalmente. Le pareció bien y me preguntó si quería que me acompañe. (¡¡Ni en pedo!! pensé). Le contesté que era mejor una charla informal para ver que podía sacarle off the record. Me dio el OK y me fui de la oficina. Alerta spoiler: Ya había hablado con el tipo por teléfono a la mañana y en una charla completamente entre amigos me definió magistralmente la perspectiva 2024 en tres palabras mágicas “Para el orto”. Perfecto. Al otro día vería como traducir eso en un informe medianamente académico. Procrastinar es, claramente, una forma de arte.

Tomé el subte y me fui hasta lo de Lara. Ubicada en el archiconocido edificio de 25 de mayo, del cual abundan descripciones, opiniones y anécdotas. Creo innecesario aportar más de lo mismo. El único aspecto nostálgico, en el que haría hincapié, es que está en el mismo departamento que supo ser de una famosa escort que ahora está en la calle Esmeralda. (No sé por qué lo destaco como algo nostálgico dado que estuve con esa dama hace apenas unos días). En fin, dato de color.

Me anuncié con Joel, el portero (a esta altura casi un amigo), y subí. Golpe de puerta, taconeo y abre Lara. Es agradable. Algunas fotos son algo engañosas. Quizás dan a entender un perfil de mina que te podes cruzar en la UADE (o yo soy muy delirante para establecer paralelos). La realidad apunta más al estereotipo que el imaginario colectivo cataloga como del segundo cordón del conurbano. Leí en la experiencia de Pinkman22 que la definía como una "Pocahontas". Creo que es una descripción acertada. Es más, coincido con muchas de sus apreciaciones. Recomiendo leer su relato. Cuerpo armónico, más producto de la genética que del trabajo deportivo, pechos pequeños, lindo culo y una boca muy destacable que uno disfruta cuando besa y cuando recibe el oral.

Lara es una mina simpática, tranquila, tanto en su personalidad como en lo sexual. No esperen una topadora ni por asomo. En la página dice que tiene 30 años. En la presentación (de la misma página) 25….en fin. Yo cerraría más en los 30. Me gustó su temperamento. Es amable, dulce, suave. Me cayó bien. Es de las que se dejan llevar, tiene un estilo pasivo. Se engancha con lo que uno propone pero no suele tomar la iniciativa. Tiene un ritmo MUY tranquilo. Lo cual no es ni bueno ni malo. Es una forma de ser. De hecho, sinceramente, lo pasé bien. Tuvimos conexión y ella tiene muy buena predisposición para complacer al cliente. Pero, la verdad no es una mina que te pase por arriba. Por eso me sorprendió leer algunos relatos que tratan de insinuar un perfil más agresivo, más de "comehombres", que Lara sencillamente no tiene. Muchachos, si una prenda de vestir es roja, no me quieran hacer creer que es de color verde. A lo sumo veamos los matices pero no cambiemos el color.

Empezamos a besarnos despacio. Sus besos son buenos, no son full pero van in crescendo hasta ser bastante potables. No usa mucho la lengua al principio. Se va soltando de a poco. Me da esa sensación como que estuviera por momentos con el freno de mano puesto. Así y todo esa boca me calienta. Después de un rato pasamos a la cama y seguimos franeleando acostados. Le agarré la mano y se la llevé a mi pija, que ya acusaba la excitación propia del momento. Me hizo una paja suave mientras nos besábamos. La previa fue larga y logró calentarme bastante. Cuando me la empezó a chupar ya la tenía durísima. Tiene esa manera de hacer el oral suave y sensitivo. Esas mamadas que si te dejás llevar le largás todo en la boca. Chupó un rato y me preguntó si seguía o si ponía forrito. Juro que dudé. Pero bueno…La quería coger.

Cuando Lara coge por momentos cierra los ojos y su expresión es difícil de identificar. No sabés si está padeciendo o disfrutando. Le pregunté si quería descansar y me dijo que siga, que le gustaba. OK. Me quedé más tranquilo. Creo que todas las posiciones que hicimos me tuvieron a mí en el rol dominante. Nunca se me subió a cabalgar, por ejemplo. Me cuesta imaginarla montándome. De todas formas, si se lo hubiera pedido no creo que hubiese tenido problemas. Es complaciente con las demandas. Terminé acabando dentro del forro mientras la cogía en misionero.

Ambos fuimos a higienizarnos y nos quedamos charlando en la cama. Creo que en este momento fue cuando terminó de inclinar la balanza hacia el lado positivo. Es una mina muy agradable. Me gustó su estilo tranquilo y espontáneo. Sencilla, sin artificios. Teníamos tiempo. El segundo polvo fue muy parecido. Otra larga previa, oral suave (que si la dejás seguir acabás), preservativo, algunas posiciones clásicas y volví a eyacular, esta vez, mientras la cogía en cuatro.

Me cambié tranquilo y emprendí la vuelta al laburo para afrontar el resto del día. Ya vendrían las preocupaciones financieras, los reportes y las reproyecciones. Por ahora, el efecto “Lara” había logrado despejar mi mente de la tediosa rutina de Buenos Aires.

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