Mili: Una mina interesante para conocer bairesgirls

La había visto en la página y me llamó la atención. Al poco tiempo leí un par de experiencias prometedoras. Valía la pena conocerla. Combinamos rápido por WhatsApp. Cero vueltas, de ambas partes. Contesta rápido y es directa. En pocos mensajes arreglamos horario de encuentro.

Salí del laburo (o mejor dicho me escapé) y me dirigí al Obelisco. Zona más céntrica imposible. Mili está ubicada en la parte peatonal de Roque Sáenz Peña. Esa cuadra que emula al Times Square, con la escalera mirando al Obelisco. Policía, turistas, gente en los bares. Uno se pierde en la multitud. Un guarismo más, vagando en una marea humana poco consciente de su entorno. La puerta del edificio está abierta. No hay portero eléctrico. Si portero humano, en un escritorio. Un hombre mayor, de bigotes, simpático, que parece extraído de un pasado remoto y desentona con los monitores de vigilancia que tiene la obligación de controlar. Un exceso de tecnología que, a la fuerza quizás, le haya arrebatado el ejemplar de Crónica en papel y la radio a pilas sintonizando algún tango fuera de moda. Me anuncio en el escritorio. Más por cortesía que por obligación. Le digo a qué piso voy. "Si, pase", me dice con un dejo de agradecimiento en la voz. Como si el haberme parado ahí le hubiera dado una identidad, lo hubiera sacado momentáneamente de su invisibilidad.

Mientras espero el ascensor miro alrededor. Típico edificio de oficinas. Antiguo. Esos lugares en los que las paredes hablan. Dónde uno generalmente apura el paso por miedo a cruzarse con algún vestigio del pasado con forma humana. A pesar de sus años el lugar se resiste a perder la elegancia. Pequeños detalles le dan un cierto toque de buen gusto al lugar, aunque lo alejen espantosamente del siglo XXI. Bajo en el piso de Mili. Hay carteles que indican la ubicación de los departamentos. Rápidamente encuentro el lugar de destino. Toco el timbre. El "Vooooy" de Mili es instantáneo, seguido por ese taconeo que hace acelerar los latidos como si uno estuviera en un sprint de los 100 llanos ¿Cuantas veces habré escuchado esos sonidos de tacos? ¿300? ¿500? No tengo la más puta idea. Lo único que sé es que ese sonido es eterno, los tacos nunca llegan a la puerta. Y cada vez que los escucho me siguen haciendo palpitar como el primer día.

La puerta se abre. Mili no se esconde detrás. Asoma la cabeza. Allá en lo alto. Es una amazona de 1,77 que subida a las sandalias claramente alcanza 10 centímetros más. Sonríe. Es simpática. Un alivio. Por un instante la imaginé con una lanza o una flecha envenenada. Es más joven de lo que pensaba. Calculo treinta y pocos. No sé por qué, viendo las imágenes de la publicación, me daba más el aspecto de MILF. Grandota pero proporcionada. Un biotipo de cuerpo natural, sin gimnasio pero muy armoniosa. No pasa desapercibida. Es una vedette al natural, sin la desproporción de las siliconas, que muchas veces, alteran lo que no necesita ser alterado. Por suerte, en Mili eso no pasa. Tiene un top negro, una pollera escocesa como la de las fotos de Baires (pero en otro color) y unas sandalias de taco. Esa pollerita, con medio culo afuera, despierta el lado más salvaje de la persona más civilizada. Mili tiene un carácter abierto y complaciente. Uno empatiza casi instantáneamente. Se preocupa porque el cliente se sienta cómodo. Me saluda con un beso en la boca. Ni un piquito, ni un beso en la mejilla. Me da un beso de entrada, esquivando esa formalidad clásica que todos adoptamos.

El departamento no puede disimular su pasado de oficina devenido en ¿vivienda? Dónde más se nota este detalle es en el baño. El lugar, ya pequeño de por sí, se vio alterado cuando algún terrorista de la estética agregó una ducha, de manera forzosa, dejando a la vista, sin ningún disimulo, los caños verdes de termofusión. La ducha se encuentra justo en la mitad del baño. Inodoro a la izquierda, lavatorio a la derecha. Abrimos la cañilla y que sea lo que Dios quiera. Recomendación: Entrar directamente en bolas al baño. Como corolario la canilla se encuentra casi en el piso debajo del lavatorio. A ver…Menciono esto solo como dato de color. El lugar cumple con el propósito de poder higienizarse correctamente. Muchas veces exigimos un lugar con una estética superior y eso se traduce en un mayor pago de alquiler y, consecuentemente, un mayor arancel de las damas. Estas oficinas recicladas, que no suelen ser muy funcionales para vivienda, generalmente cumplen con el propósito de ser un lugar de trabajo para las chicas con precios más accesibles. Lo banco 100%. El departamento está ordenado, limpio y ella trabaja sola, con lo cual la privacidad está garantizada.

Salí de ducharme y ella estaba sentada en la cama. Mi hizo el gesto que me siente al lado. Empezamos una larga y seductora previa. Me gustó mucho su estilo. Es espontánea, auténtica, desprovista de los odiosos vicios de la profesión. Besa muy bien y toma la iniciativa. No usa mucho la lengua pero sus besos son buenos. Mucho franeleo, caricias mutuas de esas que hacen subir la temperatura de a poco, y una interminable variedad de toqueteos que culminaron con ella subida encima de mí frotándose en tanga contra mi pija. Ya con la pija durísima pude apreciar su oral. La chupa de forma suave y profunda. A mi particularmente me gusta mucho ese estilo. Es más sensitivo que la mamada violenta. Lame el tronco, los huevos. No se apura. Quiere que disfrutes del momento. Se la mete despacio en la boca. Se pone de costado para que puedas tocarla. No sé cuánto estuvo así. Estuve al borde de eyacular más de una vez. Le dije que me ponga el forro. Me había dejado completamente excitado. Creo que el clímax del encuentro fue verla cabalgar. Tener a esa amazona subida a la pija, jineteando es una imagen erótica de alto voltaje. Me cogió ella a mí. Y como me cogió. Al igual que con el oral, sabe combinar los cambios de ritmos para lograr maximizar el placer. Por momentos se movía más lento diciéndome que sentía mejor la pija. Te hace creer que disfruta a la par. Sabe muy bien lo que hace. Me encantó. Antes que me liquide la di vuelta y la cogí en misionero. Acabé mientras nos besábamos en la boca. Descansamos un rato y tuvimos tiempo de un segundo round, muy similar al anterior. Eyaculé por segunda vez mientras la cogía en cuatro y casi sobre el final del turno. Quedó tiempo para darme otra ducha y despedirme con la promesa de volver. Esta vez, una promesa auténtica.

Encontré en Mili una conjunción de factores que me sorprendieron para bien. Físicamente llamativa, muy simpática y con un servicio que me encantó. Ruego que los vicios propios de muchas damas del rubro se mantengan alejados de Mili como hasta ahora. Después de la cogida que me dio, definitivamente se ganó un cliente habitual.

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