Para buscar inspiración que mejor que una Musa bairesgirls

Lejos de las divinidades inspiradoras de las artes, y mucho más ligada al placer terrenal directo, se encuentra esta “musa” que publica en BG. Hace años que la conozco. Sin embargo, la visito esporádicamente. No sé por qué. Cada tanto le pierdo el rastro y al tiempo vuelvo a encontrarla, casi por azar, sin proponérmelo, como si una suerte de extraña coincidencia me la volviese a traer a la memoria cuando menos lo espero. Tiene lindo físico, buen servicio y es una mina simpática. Así y todo, ironías del destino, tiendo a olvidarla. La conocí, allá a lo lejos y hace tiempo, cuando tenía su dpto. en una nefasta galería de la calle Florida, sede de privados de dudosa reputación (ella de todas maneras trabajaba en forma independiente). En esa época publicaba con otro nombre. Algunos memoriosos la recordarán. Su actual morada, en la calle Pellegrini, es un lugar mas acorde que la mencionada galería.

Coordinamos rápido, por mensaje. Fijamos horario y cerramos el acuerdo en forma expeditiva. Algo que debería ser natural y sin embargo, ante tanto plantón de muchas chicas, lo termino resaltando, increíblemente, como algo inusual. A la hora acordada me apersono en su edificio, toco timbre y me habilita acceso desde arriba. Sin portero a la vista, lugar sumamente discreto.

Musa. Ahora está completamente morocha, como puede apreciarse en las fotos. Creo que la conocí con todos los tonos de color de pelo posibles. Físico firme, atrayente. Se nota el laburo del gimnasio. El culo duro, hipnótico a la vista, sensitivo al tacto y sumamente lascivo al momento de la penetración. Como corolario un par de tetas, adquiridas en quirófano, que terminan de dar el toque final a ese cuerpo sensual. Las fotos de Baires son fieles. Además, es una mina muy agradable. Hace mucho que la conozco y la buena onda fluye naturalmente. Comparte su dpto. con un simpático gato negro que deambula con total libertad por el lugar.

El departamento es un dos ambientes viejo, básico. Sin lujos pero sin faltantes. Una especie de living o recepción de pequeñas dimensiones con televisor, sillón y un placard. A la derecha el baño, con bañera para poder ducharse con comodidad, y a la izquierda la habitación. Generalmente, todo el lugar suele estar iluminado con luz artificial. El lugar está en las antípodas de merecer un premio a la estética pero es funcional. Sin quejas al respecto, sirve para mi propósito.

Caricias al gato (al negro), higiene de rigor y encaramos para la pieza. Lo primero que hice, casi como un acto reflejo, fue ponerle las dos manos en el orto mientras nos besábamos. Es una especie de imán que hace que el tacto vaya en esa dirección. Con Musa siempre empezamos de menor a mayor. Te hace levantar temperatura en forma progresiva. Uno va perdiendo sutileza e instintos humanos a medida que la excitación aumenta. Los besos del principio se convirtieron en una salvaje chupada de tetas mientras ella me agarraba la pija dura y me masturbaba. Se dio vuelta y, con la tanga puesta, me empezó a frotar el culo en la poronga. Cuando se dio cuenta de la dureza que tenía se arrodilló en la cama y arrancó con un lindo oral que abarcó, cabeza, tronco y huevos. Ya no daba más. Me puso forrito y se subió a cabalgar. Generalmente es en esta parte donde si uno no se controla larga el lechazo ahí nomás. No sólo por lo bien que se mueve sino por todo el estímulo visual que implica la imagen de ella cabalgando. Además, le gusta mirarse en el espejo que está pegado a la cama, mientras coge. La dejé saltar, moverse, rebotar en la pija mientras le manoseaba las tetas. La puse boca arriba. Volvimos a los besos mientras la cogía. Finalmente terminamos en cuatro. Le dije de hacerle la cola. Se lubricó el ano, me agarró el tronco de la pija y se la fue metiendo de a poco. Una vez adentro hice un par de bombeos suaves hasta que la mandé al fondo despacio. Musa es completa pero no es salvaje. Mejor moderarse. Me dejó cogerle el orto un rato hasta que ya el desenlace era inevitable. Di un último bombeo y experimenté esa incomparable sensación de la pija latiendo dentro de su culo mientras expulsaba todos los fluidos y llenaba el látex. Mirarla a ella en cuatro con mí pija adentro es una imagen que se graba con fuerza en la retina. Esperamos que salga la última gota y retiramos con cuidado el forro.

Higiene de ambos y nos quedamos charlando en la cama. No quedaba mucho tiempo. Empezamos a franelear y cuando tuve la pija más o menos dura empezó con otro oral. Me pasaba la lengua por el tronco como si estuviera lamiendo un helado. Después se la metía en la boca y podía ver su cabeza subir y bajar de forma acompasada mientras me la chupaba. Si la dejás te puede chupar la pija la hora entera. Hizo el amague de agarrar un forro para coger pero quedaba poco tiempo. Quería acabar así pero ella no se deja terminar en la boca. Así que el destino casi obligado eran las tetas. Se sentó en la cama. Me paré al lado y un estímulo manual y algunas frases guarras de cliché fueron suficientes para estar listo. Le avisé que acababa, juntó las tetas, las acercó a mi pija y le tiré el resto de la leche que me quedaba. Sentí un temblor en las piernas, como si estuviera en el sprint final de una carrera, y caí rendido en la cama. Ella se fue con las tetas glaseadas a lavar al baño. Ahora sí. Podía irme en paz con la sensación del deber cumplido.

Le aboné el arancel de $13.000 + $2.000 del adicional por la cola y nos despedimos con promesa de pronto reencuentro.

Musa suele ser una escort que injustamente hago caer en el olvido, muchas veces encandilado por las luces de nuevas damas que surgen y se desvanecen en un corto lapso de tiempo. Quizás ese facilismo por lo novedoso me arrastra muchas veces hacia caminos efímeros más llenos de decepciones que de placeres. Esos claroscuros de la conciencia humana que a veces desafían la lógica más evidente.

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