¿El mensaje rompe las reglas?
Reporta a Buscador de amor
[XP] Anna: sexo de alta escuela.
31-Aug-2005, 04:14
Queridos amigos: El viernes tuve el gusto de visitar a Anna (publica en BG) en su nuevo nido. (Ya había estado con ella en su anterior residencia de la calle Uriburu) Ahora se encuentra en un depto frente a la Recoleta. Y viví momentos que las son difíciles de expresar en palabras. Me recibió con minifalda y una blusa cuyos botones querían ya desprenderse solos. Tacos altos. De entrada me dio uno de esos besos profundos (ella es especialista) mandándome su lengua hasta las amígdalas y hubo toqueteos por aquí y por allá, además de provocativas insinuaciones acerca de lo que íbamos a hacer sobre las sábanas. Me ofreció café, luego de lo cual me dijo, con una sonrisa, que me iba a hacer un strip tease, lo cual fue realizando, con gran sensualidad. Cuando sólo quedó con los zapatos puestos, no resistí a besar largamente sus pezones, lo que provocó en ella profundos gemidos. Luego me desvestí rápidamente, ayudado por mi gentil acompañante. Todavía estábamos en el living. Ella se arrodilló y engulló la pija, comenzando un bucal magnífico. Luego de unos minutos le pregunté si no estaba algo incómoda. Para nada -me dijo, liberando a su presa de su boca- hay amigos que me piden que lo haga así hasta el final. Fuimos al dormitorio. Ya en la cama, nos besamos largamente. Antes de volver a chupar -ella está en todos los detalles- se recogió el rubio pelo. Así me ves bien cuando te la chupo, dijo. Y nuevamente la verga entró en su boca. Largo rato, con besos, lamidas -incluyendo los huevos- caricias, y hasta me puso la puntita del dedo en la cola. Y siempre con su mirada fija en la mía. Le dije que me sentía egoísta, y retribuí sus besos con mi boca en su conchita, lo que provocó nuevamente los gemidos de la dama. No recuerdo bien lo que pasó luego, sé que la penetré en varias posiciones. En un momento introduje un dedo en su cola. Ella, feliz, me susurró: Te estabas olvidando. Y yo le dije que lo estaba dejando para el final. Entonces Anna me acostó boca arriba y, dándome la espalda, se dispuso a sentarse sobre mí. Y me dijo. Me encanta hacerlo así, porque con el peso de mi cuerpo me la metés hasta los huevos. Además en esta posición vos podés ver bien como me abrís el culo. Y en el espejo (tiene un enorme espejo) me ves de frente. Se ubicó con la punta de mi pene en su delicioso agujerito posterior y, lentamente, se fue sentando. Cuando lo tuvo adentro por compelto, comenzó un movimiento de vaivén que me enloqueció. En el momento en que ya sentía que se hacía difícil contenerme, le pedí que girara lentamente, para no salirme de su ano, y que quedara enfrentándome. Cuando estuvimos así, me incorporé y la hice caer de espaldas. Y comencé a embestir, ya dispuesto a llegar al final. Ambos gritábamos, nos decíamos palabras tiernas y también groseras. La escena se reflejaba totalmente en el espejo. Comprendiendo que llegaba el final, la dama me abrazó muy fuertemente y me rodeó con sus piernas. Yo tomé sus nalgas entre mis manos, abriéndolas, para poder llegar hasta el fondo de esa cola palpitante, experta en recibir visitantes ardientes. Acabé de tal forma (supongo que ella también, o por lo menos se advertía cómo estaba gozando) que faltaba que nos aplaudieran. Como todavía la tenía dura, seguí con movimientos, ahora leves, dentro de su cola, hasta que fue perdiendo rigidez. Ella lo agradecía con su sonrisa y sus suspiros. Luego de un descanso, ella volvió a besarme con esa técnica tan personal que despliega. Comenzó en el pecho, fue bajando hasta llegar a mi pija, que estaba como para llevarla al cementerio de enfrente. Le dije que creía que no iba a tener éxito, pero ella, liberando brevemente a su prisionero con la boca, pero masturbándolo, me dijo que no se iba a quedar sin el postre. No te vas a ir -me dijo- sin darme la lechita en la boca. Y así fue. Siguió chupando con maestría hasta que logró una rigidez, que si no era completa, era aceptable. Cuando advirtió que venía la descarga fijó su mirada, tierna y lasciva a la vez en la mía. Y se fue el segundo dentro de su boca. Luego, tiernas caricias -nunca miró el reloj- y una charlita divertida y obsena. Me contó que a la tarde había estado con un amigo y otra chica de BG en un combinado. Me ofreció otro café y me fui con la sensación de haber visitado el paraíso.