Iniciado por ROBER68
Esta hermosa experiencia la tuve el pasado martes, pensé una y mil formas distintas de cómo contarles, narrarles, relatarles, hacerles saber este nuevo capítulo de sexo increíble con París.
Distinto si se quiere... tan especial como siempre... tan intenso como nunca...
Describir cada encuentro con nuestra Diosa verdaderamente es un gran desafío, por ello, y para poder compartirlo con Ustedes y seguir siendo merecedor de su confianza, solo cierro mis ojos, y casi como una película, un sin fín de sensaciones regresan...
Desde el primer encuentro había algo que los había dejado marcados...
Sensaciones fantásticas que lo movilizaban y que se harían más intensas al volverla a ver.
Durante esos días, él no veía la hora de viajar para poder estar nuevamente con esa mujer, y mientras tanto se cruzaban mensajes insinuantes... provocadores... señales tangentes que hacían preveer que al verse nuevamente nada sería igual.
Y ese día llegó... terminó rapidamente el trabajo que le habían encomendado en Capital Federal, llegó al hotel y casi sin tiempo para más se dió una ducha, acomodó su ropa y partió cargado de ansiedad, pensando como siempre mil cosas, casi pudiendo sentir desde su piel erizada lo que se vendría con esa bella mujer, imaginando de qué forma especial lo esperaría, bien temprano él le había pedido que le ella eligiera algo sorpresa para darle la bienvenida, sin imaginarse esa imagen que luego quedaría grabada.
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Bajó del taxi en Pellegrini y Paraguay, se acercó al puesto de flores y se adueño de 3 hermosas rosas rojas que simbolizaran cada uno de sus encuentros. Llegó puntual a su departamento y al ingresar se besaron apasionadamente sin que ella acaso pudiera siquiera cerrar la puerta, se acariciaron y las miradas cómplices comenzaron a hacerse eco del fuego que cada uno tiene dentro suyo.
Al poco tiempo y en medio de esos besos tan ardientes ya poco quedaba de sus ropas, que cada uno fue sacándole al otro, la apoyó sobre la pared y fue besando su cuello y espalda mientas sus manos recorrían sensualmente sus pechos arrancándole gemidos y suspiros de profundo placer.
Él se dirigió al baño a refrescarse y ella colocaba delicadamente las rosas en un florero sobre una mesa frente a la cama y muy prontamente repasaba que todo estuviera perfecto. Al salir del baño, la tomó en sus brazos y nuevamente comenzó a besarla y acariciar dulcemente su cara, sus pechos, su sexo. Besaba palmo a palmo su piel suave y perfumada, la acostó sobre la cama para proseguir más cómoda y profundamente con sus besos...
Ya lo había planeado... se incorporó y se dirigió hacía el pequeño y simbólico ramo de rosas, tomó una de ellas y la humedeció, volvió sobre su amante y apoyó la rosa sobre su espalda y poco a poco fue acariciándole la espalda bajando muy lentamente y observando de qué manera tan soñada la piel de ella se iba erizando, la fue recorriendo en medio gemidos y movimientos plagados de sensaciones hasta ir llegando a su cola... corrió la rosa y y hacía allí dirigió su boca y su lengua la recorrió sin prisa, el tiempo estaba detenido...
Le giró, tomó nuevamente la rosa y con la misma suavidad la siguió recorriendo, su cuello, sus pezones, que al sentir el roce de la flor iban endureciéndose, su panza hasta llegar a su sexo con el que jugó un largo rato y solo dejó para cambiar su rosa por sus labios. Así fue succionando su clítoris, lamiéndolo y recogiendo con su lengua el riquísimo néctar que cubría todo el sexo de ella, mientras que con su mano derecha acariciaba sus senos y con la otra dirigía sutilmente rosa por todo ese glorioso cuerpo.
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Ella no podía más, levantó su cuerpo, lo paró al borde de la cama y tomó su pene y se lo introdujo en la boca, besándolo, recorriéndolo con su lengua, haciéndolo desaparecer por completo y con sus manos lo acariciaba. Parecía que allí terminarían, pero ella le rogaba que la penetrara. Él tomó la protección y sutílmente se la ofreció... lo colocó sobre la punta de su miembro y nuevamente con la boca lo fue desenfundando para dejarlo perfectamente puesto y comenzó a deslizarse de espaldas para quedar perfectamente acostada, él se subió, abrió sus piernas, apoyó su pene rozándolo sin cesar sobre su clítoris para poco a poco ir penetrándola mientras seguía besándola. Tomó sus piernas, las puso sobre sus hombros y la penetración se iba haciendo más profunda, ella le imploraba que siguiera sin cesar para que juntos pudieran arribar al climax... las estocadas aumentaban en su intensidad y juntos al mismo tiempo en medio de gritos y gemidos tocaron el punto máximo del placer que coronaron con palabras, besos y suaves caricias.
Él se incorporó, y se recostó a su lado para quedar fundidos en un abrazo, y ella acostada sobre su pecho. Un largo silencio recorrió cada tramo de la habitación, solo sus manos buscaban el cuerpo del otro para continuar acariciándose, expresándose de esa forma el increíble y tan soñado momento que juntos, muy juntos habían compartido... Sobre su mente pasaron muchas cosas, imágenes, recuerdos, sin duda esa hora de tan inmenso placer había sido la experiencia sexual más importante que había tenido.
Continuará...
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