Iniciado por tarquino
Amigos, al parecer la vida, si uno tiene unos pesos en el bolsillo, no es tan dura. Aproveché mi último día de vacaciones para llamar temprano, y ubicar por fin, después de tantos intentos, a Carola. Las buenas escorts son pocas, ¿no?
Llegué a M.T. Alvear medio corriendo, se me hacía tarde, y no es una parte de la ciudad con la que esté familiarizado. Al rato estaba en la habitación, esperándola. Amplia, con dos espejos grandes, aunque sin aire acondicionado. Pasé al baño, la mujer que me abrió la puerta me alcanzó un toallón dentro de su bolsita, cerrada, donde también venía un jabón individual. Otra vez en la habitación, y entró ella, imponente en ropa interior negra. Si bien su cuerpo es pequeño, sabe moverse sensualmente, sabe mostrar esa preciosa cabellera, y sabe cuál es la parte de su cuerpo que más impacta: esa impresionante cola que la Madre Naturaleza, en su infinita sabiduría, le dio para que también nosotros pudiéramos disfrutarla. Le di el gift, y salió unos minutos. Y cuando volvió…
Se sacó el corpiño, y no pude parar de besarla. Lamí toda su piel, hasta que se sacó también las pantaletas . Y bueno, también la besé ahí. Sus gemidos y movimientos, confieso, no lograron sacarme de mi objetivo repentino. Quién sabe por qué, me dediqué a besarla y lamerla, tal vez la suavidad de su piel, la maleabilidad de ese cuerpo privilegiado, la firmeza de esa cola increíble.
“Ahora me toca a mí”, dijo. Buscó el preservativo, y mi pene comenzó a vivir un momento inolvidable. Su dedicación en este punto casi logra desmayarme de placer. Sé que cada tanto me miraba, pero yo estaba tan entregado al goce que ni me enteré. Se sentó sobre mí, y frotó esas preciosas tetas, chiquitas, sensuales, en mi rostro. Me cabalgó, luego me senté y, aún con ella sobre mí, pegué las tetas en mi rostro para un mete-saca más cercano. “¿Te gusta como perritos?”, fue su frase, con esa voz dulce y calentona, y así nos ubicamos. Arremetí tomando esas nalgas, realmente impactantes por su firmeza y suavidad, y me fui en un orgasmo tremendo. Fue tan tremendo, que no pude reponerme. Nos quedamos conversando, le hice masajes, continué besándola. Ella dijo que era para mí un helado de chocolate, me dijo también que era como una Barbie morocha.
Ella es eso y mucho más. Me mostró cómo las mujeres usan un vibrador (nunca había visto algo así), y hasta pude jugar un rato con ella y meterle el aparatito yo. Ah, no, qué tarde amigos!!!. Lástima que no pude con el segundo. Tal vez, no hacía falta. Carola es un encanto, ampliamente recomendada.
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