Iniciado por tarquino
Amigos, hermanos de aventuras:
Finalmente, ha ocurrido el milagro. Meses de paciencia han dado resultado. He logrado localizar a Dominique, y pasar con ella una hora de mi vida, una de las más arduas, placenteras e inolvidables.
Tuve que bajar la vista cuando me abrió la puerta, algo intimidado. Sus pechos son imponentes, y ella se inclinó un poco para saludarme, con tanta simpatía como demostró por teléfono. Sacó agua fresca para confortarme, y pasé a darme un baño rápido. Ella estaba sentada en la cama cuando salí, y vino a besarme y frotarme esas tetas tremendas, que ya estaban fuera de su top. Mujer grandota, mujer trabajadora, casi una actriz del deleite, se prendió de mi miembro sin pilotín hasta dejarlo hasta el límite de su circunferencia. Sus gemidos, sus movimientos de gran gata en celo, sus palabras guarras… me dijo: “¿querés que lo hagamos todo por la colita hoy?”.
De pronto pareció excitarse, nos fuimos a la cama, le besé la entrepierna depilada, busqué su clítoris. Lo encontré duro, y ella se acomodó para sentir mi lengua, gimiendo, hablando. Me subió en su pecho, se impuso una turca, y casi le eyaculo el cuello, el rostro, esos pechos infernales. Buscó el preservativo, el gel, y, ya en cuatro patas, entré en su cola sorprendente. Apretada y cálida, no pude aguantar más. Arremetí unas pocas veces y me fui casi en un paro cardíaco, a la vista de esa cola incandescente, de esa espalda interminable. Amigos, la vida me ha sorprendido con muchas cosas, pero casi nunca con tanto placer como en esta ocasión.
A lavarnos, a conversar. Me contó de sus estudios, de su trabajo, de sus parejas, de su familia. Mientras, el aire acondicionado me reponía algo de energía. Hasta que estiré mis manos hacia sus pechos. Volvió a petearme, ella sobre mí, en esa cama amiga. Levanté mi pierna y estimulé su vulva con mi pie. Me bañé de su calor, me excité con sus movimientos, con la humedad que sentía allá abajo. Dominique sabe calentar a un hombre, sabe también que es una mujer imponente, sabe cómo gozar del sexo. Yo moví mi cuerpo para meter sus dedos en su vulva, en su cola. Estimulé el clítoris con su ayuda, tal vez ella también estaba caliente, también quería gozar un poco. Yo era su último cliente del día, y se concentró en lo que estoy seguro fue un lindo orgasmo, fruto de la mutua masturbación. Mi índice estaba en su cola, bien adentro, y sintió las contracciones del sonoro orgasmo de esa hermosa mujer. Tengo todavía en ese dedo la sensación increíble de su cuerpo caliente, apretado, moviéndose en el frenesí que ella después me devolvió. Me siguió peteando hasta que me fui en sus labios, en sus pechos, en esas manos trabajadoras. “Te saqué todo”, dijo, y sonrió.
Había estado hace una semana con Denisse, y, a pesar de que ella se esforzó, no la había pasado tan bien. Cuando me ocurre eso, tiendo a echarme la culpa a mí mismo, ya saben, el cansancio, la moralidad, y tantas huevadas que Dominique disolvió con energía, con potencia sexual, con belleza, con inteligencia. Dominique es “el sexo”.
Un saludo para todos, y los mejores deseos para fin de año y el nuevo gobierno.
|