Iniciado por Buscador de amor
Hacía tiempo que pensaba en tener un encuentro con Milena. Me gustaron sus fotos, la ví en la cena del Foro, y alguna vez fugazmente intercambiamos saludos en el chat. Ayer nos saludamos una vez más, y mis ratones me incitaron a llamarla. Marqué su número, hablamos un poquito, ella estaba libre, le pedí una hora para llegar y me dirigí a su encuentro, contento y emocionado. Llegué puntualmente, y ella me abrió desde arriba. Entré sin problemas... llegué a la puerta indicada... y ante mi llamado... Milena me hizo pasar. Pequeño ambiente, cálido, luz tenue, todo en su lugar. En el fondo se divisaba la cama que sería el escenario final. Allí estaba Milena, sonriente, graciosa, linda... Vestida de negro, remera, pantalones, botitas... Bajita, seductora, simpática, atractiva. Un beso de bienvenida, mientras la puerta se cerraba, y antes que nada, le pedí a la niña lavarme las manos, pues no quería acariciar tan deseado tesoro sin haberlas higienizado. Luego, porque quería desentenderme del trámite, dejé sobre la mesa el regalito (120), y reiniciamos la acción. Nos abrazamos, nos besamos, nos tocamos sin inhibición alguna. Paralelamente nuestras ropas fueron desapareciendo. Yo quedé desnudo, y la niña con su ropa interior. Roja. Ella me agarró la pija, y yo aproveché para desprender el corpiño... quedando ante mi vista esas deseadas tetas, cuyos pezones besé y lamí con pasión. Afuera la tanguita, y Milena entró en acción con su boca. Yo sabía que su bucal era sin forro, pero no hasta el final, pero no me esperaba tal dedicación a esa labor. Yo acostado normalmente, ella atravesada, lamío el tronco, y se dedicó a chupar los huevos, mientras su mano me masturbaba. Qué placer! sumado lo visual. Yo veía a la niña con mis bolas en su boca, con su mano halagando el pene, y sus ojitos pícaros mirando a los míos. Como pude, le dije que lamentaba que no hubiera un espejo, para poder observar detenidamente ese culo que ya deseaba penetrar, cosa que le anticipé, para que fuera preparando el terreno... Despué la besé yo. La puse boca arriba, besé su conchita... la levanté un poco y lamí con frución su agujerito posterior, volví a besar su entrada vaginal, mientras introducía un dedo en su cola, para ir preparando el ingreso. Besé sus tetas, mis dedos jugaron en el interior de su concha, y nos besamos profundamente en la boca. El placer se hacía cada vez más grande mientras nos susurrábamos no sé qué cosas. Luego, el forrito de rigor y Milena se sentó arriba mío. Cabalgata maravillosa, con su imagen en mi vista y su bello y joven cuerpo moviéndose rítmicamente. Yo quería probar todo... y vino el turno de la colita. En la misma posición, se sentó sobre la pija y la hizo resbalar de a poco dentro de su culito ¡divino! lo que costó un poquito, pero el peso de su cuerpo lo facilitó. Luego que la cabeza atravesó el obstáculo inicial ¡momento sublime! una nueva cabalgata, ahora con la pija dentro de ese espléndido refugio. Luego, cambiamos de posición. Ella boca arriba, y así, enfrentados, otra penetración por el culo. Ella comenzó a gemir, con unos gemidos que eran susurros ¡música celestial! y paralelamente empezó a masturbarse. Cuando estaba por llegar el momento... pausa... y para no llegar a la definición, volvió a lamer mis huevos y mi pija. Yo estaba en la cima del placer. Volvió la chica a cabalgarme con la conchita... Pensar que un rato antes casi no nos conocíamos y ahora nuestros cuerpos se fundían entre sí, a pesar de los cuarenta años que nos separan. Esta nueva cabalgata acrecentó el mutuo placer, y ella comenzó a decir que llegaría al orgasmo, por lo que sus movimientos fueron más fuertes... Entonces, ante sus gemiditos, le dije que si quería que todo fuera más intenso, me dejara a mí arriba... Ubicado sobre ella, comencé a moverme violentamente, dominando la situación... los gemidos se hacían más sensuales, y advirtiendo que la niña se acercaba al momento sublime, aumenté la intensidad de mis penetraciones... y llegué yo también, con un largo orgasmo que me hizo estremecer de gozo.
Cuando todo hubo terminado, y luego de un descansito, ella sacó el forrito, me limpió, y me trajo una gaseosa. Juntos, y mimándonos, fumamos un cigarrillo, charlamos un poco (es muy lindo hablar con ella) y cuando ya estaba algo repuesto advertí que había pasado largamente la hora acordada que ella nunca relojeó. Me vestí, ambos estábamos encantados por el encuentro, y fue justo, porque cuando ya estábamos con la ropa puesta, sonó el timbre desde la calle, por lo que me retiré rápidamente de ese paraíso, sin olvidar de darle un beso bien profundo y al salir, prometerle una pronta nueva visita y un libro mío de regalo. Y me fui, con ganas de volver a entrar.
Milena me pareció encantadora, es el tipo de chica que me gusta, físicamente y además en toda su forma de ser. Me alegro haber encontrado otro lindo puerto para la nave de mis andanzas gatunas.
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