Iniciado por total.esunratito
LAS FRESAS EROTICAS
Cuando, ingresé al departamento de París, se arrojó sobre mi humanidad y me comió literalmente la boca. Su lengua caliente y húmeda penetró entre mis dientes con una voracidad endemoniada.
A duras penas pude separarme de ella. Expliqué a la rubia cual sería la fantasía que tendríamos. Se entusiasmó de tal manera que no pude menos que alegrarme haberla escogido para llevar adelante nuestro jueguito erótico.
Teníamos dos horas y media para realizarla, ya que a las 21 debía concurrir a la cena del Foro. Y confieso que París jamás me relojeó, aunque mi intención era pagarle la hora extra.
Le expliqué porqué había escogido las frutillas que llevaba conmigo, para compartirlas con ella:
Es una fruta con propiedades diuréticas y antirreumáticas, ayuda contra el ácido úrico, gota y artritis. Contienen hierro, ácido fólico, ácido salicílico y Vitamina C. Es ideal para disminuir el nivel de colesterol en la sangre. Es antinflamatoria y astringente (contra la diarrea). Se pueden curar con las hojas de este fruto, las llagas de la boca. Es mineralizantes, tiene virtudes antianémicas y reconstituyentes. Una fruta muy adecuada en la época de crecimiento de los niños. Anticancerosa. Resulta muy útil, una dieta depurativa con este alimento para eliminar las toxinas del cuerpo, especialmente en fumadores crónicos. Sus frutos son muy adecuados en regímenes dietéticos, se recomienda su uso con las personas diabéticas. Por su contenido en boro se recomienda su consumo durante la menopausia. Las hojas machacadas de la fresa y aplicadas sobre la piel constituyen un buen remedio para evitar las arrugas. Sus hojas tiernas se pueden consumir en ensaladas. Mezcladas con hojas tiernas de rabanitos son ideales para acompañar carnes asadas.
Luego de higienizarme convenientemente y regresar a la habitación de la fantasía, encuentro a París con un conjuntito negro que contrastaba su blanca piel y los rizos de oro que coronan la testa. Besos desenfrenados, lengua, labios, salivas mezcladas, manos jugueteando mis cabellos para apretar cara con cara y seguir esa exploración frenética y libidinosa.
Cayeron boxer, tanga y corpiño poniendo al descubierto un busto de Venus de Milo, natural, joven, maleablemente turgente, con pezones pequeños, duros, enhiestos. Los besé, lamí y succioné como un bebé hambriento abandonado en la soledad de la Casa Cuna.
Después de diez minutos de besos, chupones, lengueteadas, caricias, refregadas piel con piel, me mira con esos ojos color miel, siempre alegres, siempre pícaros, y me dice:
-“Acostate en la cama…”
Caigo cuan largo soy viendo como se aproxima ese enjambre e rulos dorados y boca sedienta y recibo una lamida desde el cuello hasta los gemelos, humedeciendo todo el recorrido por mi piel. Comienza un bucal sublime, con jueguitos de lengua caliente y húmeda, recorriendo tronco y glande y dejando que ambos penetraran en garganta profunda hasta hacerme vibrar de placer.
La hice girar y comencé a chupetear esa almeja rosada y depilada como si se tratase del más exquisito helado de Freddo. Gemidos y movimientos pélvicos de París indicándome que le producía placer. Así pasaron otros diez o doce minutos, masturbándonos con labios y lengua, manos y saliva, hasta que no pude contenerme y descargué toda mi descendencia en su boca.
Inmediatamente se arrojó sobre mi pecho y con una sonrisa burlona, preguntó:
-“¿Te gustó”?
-“Todo lo que se dice de vos es poco…” -respondí, asombrado porque mis jugos habían desaparecido de su boca. No observé que los hubiera descargado. ¿Se los habría tragado? La intriga me carcomía, pero la caballerosidad impedía preguntárselo.
Higiene y charla. Historias vívidas con finales felices y tristes. Espirales de la vida que nos llevan a los extremos más increíbles pasando de la risa desbordante y fluida a las lágrimas emotivas, cargadas de penas y sufrimientos. No hay tonos grises ni en la vida de París ni en la mía. Tal vez por eso sentí el placer de su presencia, narrándome las caricias y cachetadas recibidas en sus 23 años. Sentí que había encontrado una sombra. Una sombra que seguía mis movimientos y que era el remedo de muchas situaciones pasadas. Hay en su historia de vida porciones que encajaban en mi sombra. Como si ambos viviéramos en mundos paralelos movidos como marionetas por el gran titiritero del destino. Por eso, al finalizar nuestros relatos nos quedamos mirando durante un instante, como si preguntásemos al archivo del alma que aún la situación más límite que pasamos no fue en soledad. Había otro, que había caminado por senderos similares, casi calcados.
-“¿Y la fantasía”? –preguntó con sonrisa pícara.
-“No me dejaste ni pensar…Pero tengo todos los elementos…” –contesté
-“¡¡Dale!!”
Se acostó boca abajo. Totalmente desnuda. La tenue luz del velador reflejaba el brillo de su piel y marcaba el perfecto orden de sus curvas, de sus protuberancias y sus depresiones. Tomé las fresas, ya lavadas y sin el tronquito verde, y las corté en rodajas.
Ubiqué los rojos discos a todo lo largo desde su cuello hasta sus cachetes, donde puse rodajas paradas que llegaban al sexo, depilado y de labios florecientes. El perfume de la fruta se respiraba y excitaba los sentidos.
-“Me encanta esto…nunca lo había experimentado…” –me dijo casi en un susurro.
La piel de Paris estallaba en pequeños poros excitados, demostrándome que reaccionaba al contacto con la pulpa roja de las frutillas seccionadas. Tomé el tubo de crema chantilly y descargue un trazo vivoreante y en zigzag por todo el recorrido del bello cuerpo de la rubia.
El espectáculo era alucinante. Increíble, hermoso, sublime. Cubierta de crema y rodajas de fresas había transformado ese cuerpo de Venus en un postre inigualable. Un postre que gritaba lo degustara. Y así lo hice. Fui recorriendo ese valle de lujuria con mi lengua y mis labios. Degusté las fresas y lamí toda la crema sintiendo la reacción de su piel, los suspiros y gemidos y la frase repetida “Me encanta… cómo me gusta…” La cola y el sexo fueron las porciones finales. Mi cara estaba llena de residuos de chantilly, que París se preocupó de quitármela con su lengua.
Y allí me tomó por sorpresa. No lo tenía planificado. Pero este torbellino de rulos y sonrisa es así. Imprevista. Sorpresiva en todo.
Me acostó, tomó el aerosol y me cubrió de crema desde el cuello hasta los gemelos con una capa excesiva hasta el punto de no poder ver las puntas de mis pies.
-“Ahora el banquete es para mi” –dijo y comenzó a lamer la crema. Cada tanto acercaba su cara para que le quitara los restos que cubrían sus mejillas y nariz. Y así siguió hasta que descubrió una reacción de mi miembro y lo volvió a succionar, esta vez lubricado en chantilly y acompañando el movimiento de sus labios con una mano delicada. Casi imperceptible. Tenue como la luz de ese recinto sagrado con aroma a fresas y crema. Y esto me llevó al éxtasis paradisíaco de ver a tan hermosa mujer, deleitarse como guerrera profana con la combinación de su obra erótica que conjugó mi sexo y el sabor con vainilla, de la crema derramada.
Cuando salí a la calle y caminé hacia el estacionamiento, seguía soñando con el momento de sublime erotismo vivido. Me había duchado, pero el beso de París todavía olía a chantilly, en mis labios. Me pasé la lengua para hacer perdurar el instante, de un jueves 31 que sería uno de los más recordados de mi vida.
Por eso, Amino, perdóname si no te conté con quien estuve y qué sucedió, cuando nos saludamos en el bar. La belleza de ese instante con París, ameritaba este relato cargado de emoción y poesía.-
Total.esunratito
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