Hace casi dos semanas, tuve el placer de reencontrarme con Rocío/Cerezita.
Esta vez me esperaba con un top y una micromini transparente que "cubría" una tanguita casi inexistente.
Rocío me ofreció tomar champagne, cosa que acepté con gusto y compartimos durante los inevitables, pero sumamente agradables, intervalos de tranquilidad que tuvo nuestra segunda cita.
Como novedad, en la habitación había un sillón pegado a uno de los espejos, e inmediatamente consideré que era obligatorio hacer uso del nuevo mobiliario.
Sobre la cama había algunos juguetes con formas tubulares de distintos tamaños . . .
Después de disfrutar de sus besos y caricias, mientras yo permanecía sentado en el mencionado sillón, le retribuí con creces sus atenciones, lo que me permitió sentir, una vez más, la increible suavidad de su piel.
Al cabo de un rato, Rocío me demostró nuevamente cómo le gusta saborear chupetines, de acuerdo con lo que sugiere en su avatar. La demostración fue espectacular.
Luego, Rocío se arrodilló sobre el sillón, para que yo tuviera oportunidad de completar mi evaluación de su cuerpo . . por el lado trasero,
, mientras por el espejo contemplaba las expresiones de su carita . . .
Más tarde, y mientras estábamos juntos, adoptó una actitud terriblemente provocativa y erótica, que aumentaba continuamente, a medida que observaba mi reacción ante su proceder.
No sé como hice para contenerme, porque poco faltó para que le dejara marcada la cara y el cuello con los dientes.
Realmente, han pasado varios días y me acuerdo como si hubiera sucedido no más de cinco minutos atrás . . .
Antes de retirarme, Rocío accedió a compartir la ducha conmigo, tras lo cual me despedí de ella.
Al salir, no se porqué, sentía la necesidad de verla otra vez.