¿El mensaje rompe las reglas?
Reporta a El Gato Felix
[XP] NAHIR (un cuento de las 1001 Noches)
04-Jun-2005, 20:06
NAHIR (extraído de las xxxx Noches)
………….pero cuando llegó la 68° noche…….
-Sabrás, mi señor- continuó Scheherazade – que en las crónicas de los tiempos pasados se cuenta que en una ciudad, muy lejos de Basora o de Samarkanda, vivía un hombre a quien se lo conocía como El Gato Felix. Ël, en algunos de sus ratos de ocio, solía entretenerse visitando el chat de BG, donde a veces chateaba con alguna odalisca o alguna hurí que ocasionalmente entraban allí. Y ocurrió que en varias oportunidades tuvo contacto con una excitante odalisca llamada Nahir, pero por una cosa o la otra nunca llegaron a conocerse personalmente, mas allá de una cena en la cual compartieron la mesa con otros miembros del chat.
Pero finalmente llegó el dia esperado, y hacia la mansión de Nahir partió el Gato Felix, y al pasar por una tienda de comestibles cargó con una pequeña ánfora de Malbec, la cual compartiría con la odalisca.
Llegó al edificio, y a pesar de las objeciones que el celoso eunuco custodio de las puertas le pusiera (preguntandole a que piso iba, y a que departamento, y el nombre de la persona que iba a ver) el Gato Felix pudo desembarazarse del molesto individuo y acceder al ascensor que lo llevaría a las puertas del Paraíso. ¡Alabado sea Aquel que ha creado tales lugares!
Y al hacer sonar dulcemente las campanillas de la puerta, esta se abrió y , entrando el Gato a los aposentos privados, fue recibido por una hermosa y sonriente odalisca…Nahir.
Luego de ponerse cómodo (porque sabrás, Oh Sultan de los Creyentes, que el día estaba fresco, húmedo y gris, nada agradable para estar en la calle pero ideal para compartir un momento de intimidad con una bella mujer) el Gato, a instancias de Nahir, procedió a descorchar el ánfora de tintorro, pues aunque el Profeta haya reprobado el consumo de esta bebida, el Gato Felix y Nahir, haciendo uso de ciertas licencias filosóficas y de una sutil exégesis erótica propia del momento, resolvieron que la prohibición del Profeta se refería, seguramente, al tetrabrik u otras sustancias repugnantes, pero nunca a un elixir cosecha xxxx como rezaba la etiqueta del ánfora…
En ese momento, Scheherezade vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.
………….pero cuando llegó la 69° noche…….
…como rezaba la etiqueta del ánfora.
Y luego de catar de sendas copas de exquisito cristal tallado que Nahir tenía ya preparadas, comenzaron a mirarse a los ojos, acariciarse y darse algunos besos dulces (previamente, Oh, Poderoso Defensor de los Justos, dejaron sus copas sobre la mesa, porque como te podrás imaginar, mi señor, si se empieza a los arrumacos y caricias tenendo en la mano una copa de vino, se arma tal despiporre y enchastre que acabaría por acallar los naturales fuegos que la pasión enciende, reemplazandolos por guarangadas referidas a las manchas de vino sobre la ropa).
Y descubriendo ambos que lo que estaba sobrando eran alguns prendas de vestir, procedieron rápidamente a solucionar tal problema y el Gato Felix, previa ducha que lo dejó refrescado y preparado para la acción, se introdujo en el lecho donde lo estaba esperando la odalisca, la cual comenzó por darle unos masajes de una suavidad e intensidad tal, que mas que pasajes parecian las frotadas que Aladino propinaba a su lámpara a fines de convocar al genio –si bien este es otro cuento que dejaremos para otra ocasión, Gran Sultán.
Y así que los masajes dieron su efecto apetecido, el Gato Felix, que hasta ese momento estaba boca abajo emitiendo suspiros de dicha, se puso boca arriba y ambos, sin tener que hablar o planificar nada, entraron a darle al asunto con todo tipo de besos y caricias, entre las que no faltaron el pete que Nahir llevó a cabo con total dedicación – continuando con las frotadas pero esta vez con su lenguita- y la visita del Gato Felix a la deliciosa almejita de la bella hurí.
Luego de haber llegado a feliz término la cabalgata que Nahir ofreció a su pareja, durante la cual exhibió sus sutiles artes y cimbroneos de cintura, ambos pasaron a higienizarse para luego continuar con la tarea de vaciar, de a poco, el ánfora de Malbec, cosa que les llevó suficiente tiempo como para reponerse y continuar con sus apasionados besos, caricias y actos de amor.
Ya llegado el tiempo de retirarse, el Gato Felix se despidió de la hermosa odalisca prometiéndole (y prometiéndose) repetir la visita para probar, en aras de la investigación científica, que diferencias eróticas y sensuales produciría, a la vez siguiente, la ingesta de un Cabernet Sauvignon, o inclusive hacer la prueba con un buen Cosecha Tardía… a ver que pasa.
Por lo que te he narrado, oh, mi Señor, creo que es inutil agregar a esta narración la tablita, porque quien ha entendido no la necesitará, y el que no entendió, no habra tablita que valga.