[XP] UNA AVENTURA SOPHISTICADA: EL SOTANO MASON

UNA AVENTURA SOPHISTICADA: EL SOTANO MASON
FICCION CON SEXO REAL EXPLICITO

La Caverna de Mitra estaba cerrada. Sólo se abría para las Tenidas. Cuando los integrantes de la Hermandad son convocados por el Venerable Gran Maestro.
No estaban ni el Comisario del Templo, ni el Maestro de Ceremonias, ni los Iniciados. Sus mandiles colgaban en una especie de ropero de puertas vidriadas, desde donde se observaba la disposición que tenían y la simbología jerárquica de la Orden bordadas en cada uno de ellos.
Arriba, en el techo del Templo, un cielo azul oscuro, pintado en toda la bóveda por manos de la Hermandad, mostraba la enorme pirámide central, coronada en su vértice superior por el Ojo de Jehová (el Gran Hacedor del Universo o Gran Arquitecto). Fuera de la Gran Pirámide de la Humanidad, cientos de estrellas, rayos de plata y una Media Luna de Oriente tapizaban el cielorraso, como demostrando que la Hermandad todo lo veía y controlaba.
Mientras miraba una vitrina llena de enormes collares de grandes medallas engarzadas, cada una de ellas con simbologías grabadas que terminaban en el compás invertido, la escuadra y la letra “G” en el medio, símbolos de los “Kadosh” (grado máximo de la Logia,) aquellos que superaron el Grado 33 y dominan El Arte Real de las cesiones.
El olor a incienso, flotaba en el aire. La tenue luz, por las pocas luces encendidas, mostraban las paredes llenas de viejos muebles excesivamente ornamentados de puertas cerradas, hermosamente labrados con símbolos rosacruces, esa mezcla de oriente, antiguo Egipto y mundo pre griego. Escarabajos, Vestales, ba*****s de Osiris y coronas con cabeza de cobra.
Observando lo que me rodeaba, no escuché los pasos del anciano.
-“Señor Total…” –me dijo en voz casi inaudible
Me di vuelta hacia él. Su aspecto era de un abuelo de cabellos canos abundantes, cara inexpresiva sólo “modificada” por un rictus de sonrisa.
-¿”Si?” –respondí
-“Soy el Bibliotecario de la Orden… le traigo la llave…” –me alargó la mano izquierda donde sostenía una enorme llave de hierro negro, ornamentada cabeza y extraña combinación. –“El Venerable Gran Maestro ordenó entregársela, tiene 24 horas para devolverla…”
-“¿Y lo instruyó en decirme dónde se halla la puerta que abre? –inquirí tomando el preciado elemento de metal.
Me entregó un papel doblado en tres (otra simbología masónica).
Cuando tomé el papel y lo guardé sin abrir ni leer (sabía que ese ritual debía hacerse fuera del Templo), el Bibliotecario sonrió mostrando dos hileras de dientes perfectos, envidiables para quien –como yo- tiene media docena de pre molares y molares “clavados” con pernos a los huesos.
Cuando salí a la calle Perón al xxxx, observé que los hombres reunidos en el Centro de Rematadores, que se encuentra frente al edificio de la Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones, me miraban y murmuraban. Ellos son integrantes de “La Liga”, un grupo no tan altruista como el que había dejado a mis espaldas.
Cuando llegué a Talcahuano llamé a Sophie.
-“Si, ya sé… estoy algo demorado…” –le dije a la rubia- “te paso a buscar y te comento donde vamos…”
Sophie me estaba aguardando en la esquina de Uruguay y Corrientes. Su abrazo casi me hace trastrabillar. Se colgó de mi cuello y estampó un beso infernal en mis labios. Los transeúntes nos miraron.
Sonreí. Los imaginaba diciendo: “Miralo al jovato, el hembrón que se levantó”. Cuando se lo comenté Sophie, lanzó una carcajada.
-“¿Dónde vamos”? –me preguntó
-“San Martín al xxx, al Museo Mitre…” –le respondí mientras nos introducíamos en el subte.
-“¿Un museo? ¡Bárbaro, esta va a ser una XP muy sophisticada!” –me dijo con una sonrisa.
-“No pensarás que tengamos sexo en un museo…”
La carcajada me dejó con la intriga de si significaba un “no” o un: “¿y porqué no?.
El cartel, pegado en la puerta, rezaba: “La Biblioteca está limpiando cada obra (hoja por hoja) y se están corrigiendo grietas en las paredes y arreglos de mampostería. No hay fecha de apertura lamentablemente, pero puede contactarse con nosotros a través de los teléfonos xxxx…”
Llamé y en menos de cinco minutos se abría la puerta. Pasamos. Entregué al encargado la carta de Cultura, que me autorizaba a recorrer libremente el edificio.
-“Es todo suyo…” -me hizo un ademán con su brazo derecho. “La señorita lo acompañará?”
-“Por supuesto, ella es la experta…” –le dije pensando que ni loco le iba a dejar a Sophie para que me la cuide.
-“Me indica por donde se va al sótano?”
El hombre demostró sorpresa. –“¡Cómo sabe que hay un sótano? Eso no figura en el recorrido del público ni en la folletería…”
-“Yo no soy público…”
-“Perdón, los acompaño hasta el acceso al sótano…”
Cuando bajamos, el penetrante olor a humedad hizo que dejáramos la puerta abierta. No había luz eléctrica, como si el habitáculo se hubiese detenido en el tiempo. Cajas, cristalería rota, cajones de madera carcomida por el tiempo, algún mueble desahuciado y kilos de polvo cubriéndolo todo.
Sophie arrugó la nariz. No gustaba del espectáculo.
Encendí una linterna y busqué en las paredes. Entre dos muebles viejos, de vidrios rotos, había un cortinado rojo de terciopelo lleno de agujeros provocados por polillas.
-“Ayudame a correr esa cortina” –le dije a la rubia
-“Es pesada y está re sucia…” –Sophie arrugó la nariz
-“Es sólo polvo.” –aparté la pesada y gruesa tela y encontré lo que buscaba. La puerta era de madera lustrada en negro y el picaporte y cerradura estaban tan oxidados que dudé se podría abrir. Coloqué la llave y debí hacer bastante fuerza para que la cerradura girara. Presioné con mi peso el picaporte hasta que, con un chirrido fantasmal, se abrió la hoja.
-“Vení, sostenme la linterna…” -le dije a Sophie
-“Yo ni loca entro ahí… parece una tumba…”
-“No seas cagona, es sólo un depósito de documentación secreta…”
-“¿Secreta? Allí debe haber ratas, hasta cadáveres”
Le entregué la linterna y pedí iluminara el interior. La sala tenía unos 6 por 6 metros y estaba cubierta totalmente por estanterías. Miles de papeles, cajas de madera con cartas manuscritas, rollos de papeles escritos y enormes libros forrados en cuero.
-“¡Por fín… Esto es un hallazgo fundamental…!”
-“¿De qué se tratan esos papeles?”
-“Son los documentos que no fueron al Archivo General de la Nación.” –abrí uno de los libros y leí- “Este, por ejemplo, es un libro de Actas donde se hallan registrados los negocios del contrabando durante la Colonia… No pueden divulgarse porque caerían en desgracias muchos de nuestros patriotas históricos…”
-“¿Eran contrabandistas?”
-“España no dejaba que sus colonias comerciaran libremente, entonces los comerciantes porteños se dedicaban al contrabando con Inglaterra, Portugal y Holanda…Nuestro 25 de Mayo no fue un grito de independencia propiamente dicho, sino una forma de exigir el libre comercio con Inglaterra…” – abrí una de las cajas y leí un par de documentos. –“Estos documentos comprometen a los terroristas de la ‘Legión Infernal’…”
-“¿Los qué?”
-“French, junto con Berutti, no eran patriotas que repartían cintas celestes. Eran los cabecillas de un grupo terrorista conocido como ‘La Legión Infernal’ que amedrentaba y apretaba a los comerciantes que denominaban: ‘la clase principal’, para que concurran a apoyar el pedido de libre comercio…” –Tomé otro documento- “Las naves británicas, cargadas de mercadería, estaban fondeadas frente al puerto, listas para vendérselas a los comerciantes…Ahh, y las cintas eran rojas, no celestes”.
-“Pero eso, los historiadores no lo saben?”
-“Si, se sabe, inclusive hay libros escritos sobre ello. Pero los documentos que leyeron son secundarios, copias o comentarios escritos realizados por otras personas. Estos son los originales, escritos y firmados por puño y letra de los verdaderos protagonistas…”
-“¡¡Qué es eso que está en el techo!!” –Sophie casi gritó.
Miré el techo, iluminado por la linterna. El mismo triángulo con el ojo del Gran Arquitecto que había visto en el templo masón. –“Es un símbolo de la Logia, una especie de sello que resguarda el secreto de estos documentos”.
-¿”Tanto poder tienen?”
-“Fíjate en el billete de un dólar. Allí está impreso el mismo símbolo. Mira algún dibujo animado de Donald y sus sobrinos, ellos suelen ir a las reuniones de la logia con sus gorros con escuadra y compás pintados, al igual que los Picapiedras, o los Simpson…O, para hacerlo más ‘serio’, cuando Armstrong pisa el suelo lunar, coloca a 15 metros el escudo de su logia y mas tarde, a su lado, la bandera norteamericana…”
-“Tienen poder…” –dijo la fémina asintiendo con su cabeza.
Cuando cerré la puerta con llave, volví a colocar el cortinado de terciopelo. Subimos a la superficie y me despedí del encargado.
-“Bueno, linda. Ahora el tiempo es nuestro. ¿Dónde vamos?”
El lugar, el templo de Total y Sophie, fue el hotel de Viamonte y Uriburu. Habitación 17 del 2do piso. No había triángulos ni otra simbología que una TV y luces que subían y bajaban automáticamente de intensidad. Higiene para sacarnos el polvo y olor a humedad. Después, la rubia, ingresó al baño, de donde apareció con un vestido de colegiala que “fusiló” mis ratones.
Nos matamos a besos y lamidas por cuello y orejas. Yo estaba con el bóxer, solamente.
Fueron cayendo, poco a poco, la corbatita, la blusa blanca, el soutiens y la tanguita, hasta quedar sólo cubierta por la pollerita verde y azul a cuadros y las medias ¾. La arrojé sobre la cama y busqué su almeja que degusté durante 10 largos minutos viendo como la rubia se retorcía de placer mientras se acariciaba los pechos. La miel que expulsa su vagina es digna de ser envasada como jugo de alto valor erótico.
Mientras le haces el amor, la mirada de Sophie, entre ángel y golfa, inocente y calentona te transporta en todo momento a los cielos del éxtasis, produciendo un placer único.
Soberbia estampa para el recuerdo inolvidable del momento de unión de nuestras pieles. Ese instante íntimo de comunión de cuerpos, de lenguas insaciables, de manos deslizándose sobre toda la superficie de nuestro ser.
Mis dedos ingresaron a su vagina y la masturbaron mientras ella hacía lo mismo con mi miembro. Luego se lo introdujo en la boca y lo llenó de saliva y chuponcitos delicados, como esas hembras que al parir sus cachorros los lamen con cariño para limpiarlos y dejar marcado el olor familiar que lo identificará hasta su muerte.
Casi al borde explosivo, me arroja en la cama boca arriba y se acuesta sobre mi cuerpo. Luego se da vuelta y me pide un 69.
Fue de antología.
El movimiento pélvico de Sophie, buscando el placer de mi lengua, concordaba con su boca jugosa tragando glande y tronco. Era el ajuste de cuerpos perfecto, el instante que significaba un tiempo y un todo, en los pocos momentos de felicidad plena de nuestro existir.
Casi imperceptiblemente hizo un giro y se montó con una ambición por más sexo que me tomó de sorpresa. Suspiros y cabalgata. Introduje el pulgar en su boca y lo succionó con desesperación mientras la sonrisa burlona y gozosa no se borraba de su bello rostro.
Llegó un instante, entre lujurioso y placentero, que no podría contener más. La acosté de un solo movimiento e intenté un misionero para la eclosión final.
¡Já!
¿Quién dijo que mi intención iba a cumplirse?
Sophie atrapó el miembro, puso sus piernas sobre mis hombros, y lo condujo directo hacia su cola comenzando a moverse como odalisca enamorando al Sultán.
Imposible resistir.
Fue como el explotar de miles de fuegos artificiales multicolores. El grito ahogado de ella, los cuerpos transpirados, brillosos y sus piernas atrapando mi cuello, atrayéndome hacia su boca ansiosa de ser besada.
Quedamos agitados, abrazados, uno junto al otro. Tratando de atrapar el tiempo vivido en esa hora y media de puro placer humano.
Ducha juntos, jugueteando con el jabón. Regresamos y nos despedimos como novios después de la íntima lujuria compartida.
Cuando quedé solo, recibo el llamado de Cultura.
-“Tal como hablamos, la documentación es la original, de puño y letra de los ideólogos: Belgrano y Moreno. Todo está allí, hasta el porqué se eligió a San Martín como Padre de la Patria y no a Belgrano que fué el verdadero…” –interrumpió mi frase.
-“!Olvídalo, Total. Nunca estuviste allí. Nadie tocará esos documentos…devuelve la llave”
-“Pero… ustedes dijeron que…”
-“En este momento están tapiando la puerta con hierro y cemento…dejemos la historia falsa. Por un tiempo más, que siga en vigencia. No echemos más fuego a la hoguera. Cambiar un texto es posible. Cambiar miles de textos diferentes: imposible. Modificar a decenas de miles de docentes estructurados, profesionales de todo tipo y alumnos convencidos de que nuestra “historia” es la verdad histórica… es mucho… demasiado… Déjalo allí, Total. Todo lo que digas será negado…”
Colgué sin contestar.
Imaginé un rascacielos montado sobre ladrillos de barro.
¡No!. Hay una frase que heredé de mi padre. "No conocer el pasado es no poder construir el futuro."
Argentina no puede seguir educando a sus ciudadanos sobre una falsa historia.
Llegué a casa y me puse a escribir esta XP.
-"Por lo menos los amigos del Foro, se van a enterar" -pensé. Y no me detuve hasta el final.-

Total.esunratito