[XP] Belem: Capítulo “Mujeres Asesinas”

Capítulo “Mujeres Asesinas”

Historia: “Belem, feroz”
Homicida: Belem
Víctima: El Ratoncito
Cargo: Doble homicidio culposo
Lugar del hecho: Corrientes y Maipú – Buenos Aires – Argentina
Día del hecho: Viernes 06 del Junio del xxxx
Horario: 14Hs.

Los sucesos ocurridos se relataran en primera persona y con el mayor nivel de detalle, trasgrediendo el secreto de sumario.

1º) Homicidio:
Comenzamos la relación a través de mp para poder convenir el día de mi visita a su departamento. Nadie pensaría hasta ahí cual iba a ser el desenlace.

Llegó el día y una sensación me invadía desde el inicio de la jornada… habrá sido un presagio?
Entré al edificio y el portero me detuvo con su voz:

-Señor…?, dijo con un tono firme.
Haciéndome el sordo o mejor dicho, haciéndome el boludo sigo de largo.

-Señor…???!!!, Señor…???!!!, repitió dejando su cómoda butaca.

Giré mi cabeza y temeroso pregunté:
-Si…?, con mi mejor cara de pelotudo (o sea, la de todos los días… jajaja!!!)

-A dónde se dirige…???!!!!, averiguó en un acto casi intimidatorio.

-Al 5º piso…!!!, indiqué firme suplicando interiormente que no indagara la letra.

-5º Qué…???!!!, interrogó casi instantáneamente a mis ruegos.

-F…, le dije en un confuso susurro para que la señora que estaba cruzando la puerta no se enterara.

-5º Quéééééé?????!!!!!!, exclama a 4 vientos.

En ese momento un silencio cerrado ocupó todo el espacio, podía sentir como corría mi sangre entre las venas, mi respiración acelerada hacía eco en mi cabeza, las manos empapadas goteaban de sudor, parecía que el tráfico se había detenido… creía que todo el mundo me miraba esperando la respuesta.

Cansado… Jadeante… fastidioso… indiqué:
-F!!!... 5ºF!!!... voy al 5ºF!!!!, Porqué???!!!, aclaré con gritos claros, con tono impertinente para terminar la charla inquisidora.

-Ahhh… el ascensor de la derecha, explicó guiándome amablemente.

Entendí que semejante cuestionario era solo para orientarme hacia que lado debía dirigirme.

Llegué a la puerta del departamento con medio cigarrillo, toqué el timbre y después de algunos segundos la puerta se abrió lentamente.

Nota:
La procesada es un sexo femenino, caucásica, pelirroja, de unos 32 años y 1,65m de altura aprox., delgada, y portadora de mucha sensualidad (tal cual aparecen fotos en el sumario
[Solo miembros ven links] ).
La autora del crimen (de apodo Belem) en el momento del hecho vestía lencería de encaje blanca con medias de red al tono y tacos altos.

Cuando la vi, me envolvió con sus ojos, su cara armoniosa llena de pecas, su cálida sonrisa. En ese momento mis arterias cerebrales necrosaban y que una a una realizaban gustosas estallidos como fuegos artificiales y que lentamente entraba en un sopor que me enviaba a un placentero accidente cerebrovascular.

Me recibe con un beso en la boca, me ofreció una gaseosa, prendimos un cigarrillo, invitó a sentarme en el sillón y comenzamos una breve charla… breve?, si, breve porque aún vestido se sentó en mis rodillas con las piernas abiertas, desanudó mi corbata y desprendió los botones de mi camisa entre besos tan deliciosos como enloquecedores.

Con la misma dedicación desabroché su corpiño y besé sus rosados pezones que poco a poco endurecían entre gemidos.

Me paré para pasar al baño pero existía una fuerza que no dejaba detenerme. Ya parados distraje mis manos hacia su tanga blanca de encaje hasta dejarla desnuda por completo, la senté en el sillón, abrí sus piernas y abordé su sexo con besos, mi lengua se confundió entre su clítoris y su bello púbico rojizo.

El deseo que me abrumaba era besar cada una de las millones de pecas que la rodean estratégicamente sobre su piel blanca y perfumada. Sin embargo me detuve para pasar al toilette (cómodo, alfombrita en el piso, jabón líquido, toallón individual, etc.)

Cuando abrí la puerta del baño la vi recostada en la cama, desnuda, esperándome, invitándome, tal cual “La maja desnuda” incitó a Francisco de Goya y Lucientes a hacer semejante obra de arte. Iba por la mía, mi obra maestra me esperaba.

Me recosté a su lado y una seguidilla de besos apasionados hizo que el futuro fuera muy prometedor.

Besaba sus pechos casi para embriagarme de ellos, ella acariciaba todo mi cuerpo. Nuevamente abrí sus piernas y la besé solo con la punta de mi lengua mientras observaba el hermoso paisaje que ella me regalaba. Me dirigí hacia sus pezones calientes y después hacia su boca, recorrí varias veces esta ruta, su boca, sus pezones y su clítoris, una y otra vez mientras veía como ella observaba mi tarea.

Su mano pequeña tanteó las sabanas para encontrar mi sexo, comenzó a masturbarme en forma muy delicada, dirigió su boca y con su lengua jugó en mi glande (PT sin) mientras me miraba a los ojos. Me paré al costado de la cama, ella se sentó frente a mi y siguió con lo que estaba haciendo, pasaba la lengua por el largo de mi miembro para tragárselo entero al llegar a la punta.

Después se lo colocó entre sus tetas, lo aprisionó y empezó a agitarse mientras intentaba colocárselo en la boca.

Le pedí que se acostara con las piernas abiertas y que se masturbara, mientras observaba como penetraba en su boca.

A todo esto no resistía más, me colocó el preservativo con la boca y en un simple “misionero” entré en ella una y otra vez, sus gemidos y mensajes me excitaban tanto que explotaría en cualquier momento. Así lo hice, sentí que palidecía mi vida pero en un éxtasis sublime.

2º Homicidio:
Cuando volví a la vida, dialogamos relajadamente mientras compartíamos un chocolate, un cigarrillo y gaseosa.

No podía resistir el tenerla desnuda a mi lado y no tacarla. Acaricié cada centímetro de piel mientras ella hacía lo mismo conmigo. Nos besábamos. Me masturbó y encendió el fuego. Volví abajo, la rocé con mi boca hasta cortar la respiración de ambos. Entonces le pedí que se colocara encima de mi boca, ella frotaba su sexo por mi cara, veía como su cola se abría, su bello púbico empapado en saliva lo fregaba en mi pera, tocaba suavemente sus glúteos duros y bien abiertos. Ella se inclinó y se colocó mi miembro en su boca, habíamos planteado un hermoso “69” sin querer. La tomé de la cintura y apoyé su espalda sobre las sabanas blancas para hacer la misma posición pero al revés para poder ingresar en su boca con algo más de fuerza.

El momento era muy interesante, nos manejábamos en la cama con mucha soltura.

Me recosté y la invité a sentarse encima mío. Se movió con furia, sus pechos bailaron frente a mis ojos, intentaba alcanzar sus pezones, como si fueran sortijas. El intento era en vano, por eso le pedí que los colocara dentro de mi boca.

La escena era enloquecedora, nuevamente la tomé de su cintura, la coloqué en cuatro y la penetré con la furia del último orgasmo de mi vida.

Caí desplomado junto a ella.

Hoy, Belem, camina libremente por la calle, portando un arma letal… su cuerpo y sensualidad.
Yo?, aquí en el cielo, tratando de explicarle a los ángeles que uno de ellos, en la Tierra, está cometiendo los delitos más deliciosos.