Vicky Hot en un día Hot en Buenos Aires bairesgirls

Calor agobiante en Buenos Aires. Mi elegancia, que hasta hace unos minutos estaba medianamente resguardada bajo el aire acondicionado de mi oficina, empieza a hacer agua (literalmente) apenas pongo un pie en la calle. Unas horas atrás le había escrito a Vicky Hot y habíamos combinado un turno para conocernos ese día. Sentado en un escritorio, y bajo los efectos del aire aclimatado, cualquiera es valiente. Ahora en plena calle me daba cuenta que no era el mejor día para estos asuntos. Más que un amante me sentía un soldado de Gengis Kan deambulando por el desierto de Gobi. Mi mente sólo tenía lugar para un pensamiento: “Que día de mierda para ir a coger”. Llegué a lo de Vicky no sé si de la forma más rápida sino de la forma que me permitiera caminar lo menos posible. Una conducta diametralmente opuesta a la de un día con temperatura agradable.

Edificio moderno. Se destaca del resto por su diseño, bastante alejado del stereotipo, viejo y clásico, propio de esa zona. Le aviso que estoy en la puerta y me dice que baja. Había otro tipo esperando, supongo que estaba en la misma situación que yo. Vicky bajó enseguida así que no pude comprobarlo. Le pasé mi descripción para que no me confunda. La vi aproximarse. Discreta, con un vestido negro suelto, tacos bajos y el barbijo puesto que le hacía resaltar los ojos ¿Verdes? ¿Grises? Esas minas que las ves y sinceramente no tienen nada criticable aunque tampoco te vuelan la cabeza. De todas formas es una cuestión de predilección. No quiero atribuirle a ella mis gustos personales. Suma que es simpática, agradable. Te hace sentir cómodo desde que llegas. Estilo clásico, sin voluptuosidades excesivas. Cuerpo natural, sugestivo, aunque no parece trabajado por el gimnasio, ni moldeado por el deporte. Acusa 27 en la publicación, debe estar dentro de ese rango. Saludo protocolar, trayecto corto en el ascensor, que por el tamaño parece más un montacargas, y llegamos al departamento.
Monoambiente, no muy grande pero óptimo para este tipo de menesteres. Ordenado y prolijo. Cocina integrada, mesa con sillas y la cama, todo bien distribuido en un espacio reducido. Parece tener un pequeño balconcito. Espejo chico al lado de la cama. El baño en perfectas condiciones, bañera con duchador, moderna pileta aunque un poco alta si uno pretende lavarse la chota de parado.

Al salir del baño, después de la higiene, Vicky ya estaba en tanga y corpiño esperándome para la acción. Besos tranqui, no escatima pero tampoco son demasiado profundos. Nos franeleamos un buen rato parados. Una previa lenta pero interesante que fue subiendo la temperatura de a poco. Saqué la pija afuera, ya no daba más. Enseguida se arrodilló. El oral es suave, un tanto monótono. Sin embargo la previa me había dejado bastante excitado y verla cabecear de esa forma hipnótica me estaba llevando al clímax. Quería cogerla así que la frené antes de acabar. Me puso el forro, me acosté boca arriba y se subió a cabalgar. Cambiamos un par de posiciones más y cuando ya el final era inexorable pedí acabar en la boca. Sacamos el forro, me senté en la cama y ella arrodillada en el piso me la chupó con ganas hasta que descargué. Esperó que termine y se fue con la boca llena a escupir al baño. Final del primer round.

Me pegué otra ducha. A pesar del aire acondicionado la batalla me había dejado acalorado. Al volver nos quedamos charlando un rato en la cama. Vicky tiene buena onda. Podés tener una charla agradable. Por iniciativa de ella retomamos. Algunos besos mientras ella acariciaba mi bajo vientre y sin más trámite ya estuvimos listo para arrancar el tramo final. Esta vez se puso en cuatro. La cogí con ganas desde atrás (desde atrás y no por atrás. El servicio completo tiene un adicional de $2.000 y la verdad ese día no estaba interesado). Faltaba poco para terminar el turno. Se puso boca arriba. Cogimos mientras nos besábamos. Ya estaba listo para acabar. Sacamos el forrito de nuevo, ella se arrodilló en el piso, yo parado al lado. Sacó la lengua y eyaculé con cierto desorden y sin destino fijo. Una parte en el mentón, algo en la pierna y el resto traté de dejarlo en la lengua y dentro de la boca. Una vez que quedé seco se levantó y me dijo algo con la boca llena que no llegué a entender aunque verla con el buche lleno de semen me excitó sobremanera. Fue al baño y sentí el inconfundible ruido cuando escupía mis herederos en la pileta y el agua los dispersaba para siempre en las nieblas del tiempo.

Cuando bajamos para que me abra, vi a una morocha atractiva despedir a un muchacho (que no era el que encontré a mi llegada) con saludito de puños. Seguramente unos minutos antes se estaban comiendo la boca mal pero había que guardar apariencias. Evidentemente en el edificio trabajan varias niñas. Mucho no pude reírme de la situación porque Vicky me despidió de la misma manera. Ese odiado saludito de puños, marca registrada de los tiempos de pandemia y que borraba, como si no hubiera existido, todo lo acontecido dentro del departamento. Ese saludito refleja un poco lo que sucede en este rubro. Una vez finalizado el tiempo cada uno vuelve a lo que era antes. Se rompe el hechizo y los amantes ya no existen.
Al abrir la puerta un aire denso invadió el hall de entrada. Tomé coraje, enfrenté mi destino y salí, con más resignación que valentía, a enfrentar de nuevo al calor de la ciudad. El “mundo real” mostraba su cara menos amigable.

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