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[XP] Escort LalyBG - Microcentro Una grata sorpresa bairesgirls
21-Jan-2023, 23:55
Actitud, belleza, servicio, precio, confort o privacidad. ¿Qué es lo que uno privilegia cuando elige una mujer para visitar y pasar uno de esos momentos irrepetibles? Reunir todo en una escort suena utópico. Entonces la elección va descartando virtudes. El criterio es estrictamente personal. El piletazo, cuando las experiencias son pocas o nulas, suele ser el último recurso. A veces se encuentra agua. Y dulce. Otras, directamente el frío y cruel cemento de la frustración. Hay quienes privilegian un buen servicio, con onda y una figura esbelta. Una combinación como esa a “precios cuidados” es infrecuente. Y si existe, hay que anotarse en una interminable “lista de espera”.
La vuelta de Laly BG resultó una grata sorpresa. Reunió un servicio irreprochable a un costo razonable con una muy linda figura. Encima, con resolución inmediata. Su nuevo nidito, el conocido hotel de las banderitas, en Esmeralda y Corrientes, es una inmejorable puerta de presentación. Habitación con aire acondicionado, prolija y limpia, como pocas veces se ve; baño con todo lo necesario y más. Un lujo., realmente. Hasta sorprende el felpudo de bienvenida en la puerta. Todo un anticipo de lo que sucederá instantes después.
Eso sí, para llegar a uno de los pisos más altos, hay que armarse de paciencia y saliva… Al fin, la moraleja del elefante y la hormiga lo amerita... En el medio, hay que evitar sentirse mirado. El hall de entrada es muy concurrido. Ideal para pasar desapercibido o terrible para los más tímidos. Para subir, suelen pedir DNI, me advirtió Laly. Hasta en ese detalle se evidencia su onda. No me sucedió a mí. Tampoco era algo que cambiara mi elección. Con decir piso y habitación a dónde me dirigía, el stop and go no demoró más que segundos.
Arriba espera lo mejor. Laly debe estar entre los 25 y 30 años. Pegamos onda desde el WA inicial. “Sos el primero que me vista desde mi vuelta”. Fue este jueves 19 de enero. A las 14 en punto el timbre anunciaba mi presencia. La bienvenida no podía ser mejor. Fresquita, perfumada, con un vestido negro que dibujaba como el mejor artista su silueta, muy pronto las curvas quedaron al desnudo y se fundieron con mi piel. Sus labios y lengua enseguida buscaron complicidad y refugio en los míos. Linda de cara, con unas lolas y una cola dignas de un retrato, la simpatía y la sonrisa no la abandonaron nunca. Sólo el insoportable calor que arrastraba desde la calle interrumpió el instintivo e irrefrenable reconocimiento manual, franeleo sublime, en dos palabras. La ducha con agua helada bajó la temperatura externa, pero no la calentura interna.
Entonces le propuse hacerle unos masajes que aceptó complacida. Masajes con manos, cuerpo y lengua recorriendo cada uno de sus rincones. Todos. Hasta que me detuve en sus labios inferiores. Literalmente, el tiempo, aunque hiciera 34 grados, se congeló allí. Degustar toda su zona erógena, de orificio a orificio, depilada y sin olores, desató en ella una inesperada reacción: me tiró de los pelos y me arrastró hacia ella. Fueron minutos de descontrol. De ambos. “Hay, qué lindo, seguí, seguí”, me susurraba. Después me pediría un innecesario perdón. En definitiva, los dos estábamos disfrutando. El termómetro marcaba la fiebre sexual, no la ambiental. Los gritos y gemidos lo ratificaban. “Haceme el amor ya”, alcanzó a balbucear. Pero, oh problema, no tenía preservativos. Menos mal que siempre llevo. En el apuro del regreso, ella se había olvidado de comprarlos.
Un bucal con todas las variantes y devolución de favores precedió al momento de mayor éxtasis. Disfrutamos del sexo en todas las posiciones. Pero una fue la que particularmente la enloqueció. Y la hizo acabar. Queda en cada uno descubrir cuál es, cuál el secreto y la satisfacción por sentir como llegaba al orgasmo. Tanto franeleo y juego previo hizo que no durara lo que uno deseaba dentro suyo. Calidad reemplazó a cantidad. La colita también forma parte de sus preferencias. Aunque no la entrega incondicionalmente.
Una sidra bien helada que había llevado para celebrar su regreso puso una pausa en medio de tanta locura. Una charla sobre temas profundos, nada de hablar del clima o la economía, completó el intervalo. La hora, por la que cobra $10.000, ya había pasado largamente. Pero no hubo ningún reproche. Lo que no había pasado era el deseo de revivir todo. Y allí fue con una felatio que otra vez, y rápidamente, dejó al amigo en condiciones de gozar de sus encantos. Acabar por segunda vez fue inevitable, como inevitable será la reincidencia.
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Última edición por Admin; 29-Jan-2023 a las 14:31
Razón: Parrafos editados a pedido del redactor de la XP