Escort Anat - Caballito bairesgirls

Buenas muchachos.
Gracias por las XP que me orientaron a Anat.
WhatsApp con suerte. Respuesta al toque y a la media hora estoy en la puerta. Es muy cerca de Rivadavia y Av. La Plata. Subte A estación Río de Janeiro.
El lugar está armado como un SPA para mujeres, camilla de masajes, mucho objeto rosa, aromatizador de ambientes, música chill out que crea ambiente sexy.
Ella petisa cuando se baja de los tacos de 20 centímetros. Cara indígena muy agradable, linda sonrisa, se nota que se preocupa por su cuerpo, maquillaje y cabello. Me ofrece una toalla limpia y pasar al baño. Todo bien, limpio y ordenado, jabón líquido, olor a recién higienizado.
Salgo y me come la boca con unos labios bien carnosos. La abrazo para sentir sus pechos con buen volumen, ella responde metiendo mano en mi calzón. Erección inmediata. Después de unos largos minutos de chape a full me dice: ponete como dios te trajo al mundo. Obedezco. Mientras me saco lo que me queda de ropa ella saca unos almohadones de lo que parecía un sillón que terminó siendo una cama, le calculo de una plaza y media.
Vamos a la cama, seguimos a los besos cada vez más calientes, siento como se endurecen sus pezones y no puedo dejar de lamerlos y jugar a que se los muerdo. Gime. Se acomoda para empezar un pete fabuloso, con esos labios carnosos que hacen magia. Inmediatamente pienso que está en los top 5 de mi vida. Le tuve que pedir que pare para no acabar rápido.
Volvemos al chape caliente y meto mano para excitar su clitoris con mi técnica de dos dedos. Se súper calienta, gime, se humedece, me dice: seguí así, ahí, también ahí. Se toma tiempo para disfrutarlo.
Apoyó mi cabeza en su pecho y siento como le suben las pulsaciones. Le pido el forro, calzamos y a cojer. Yo arriba. Empiezo a serruchar suave y de a poco a subir el ritmo. Siento como le late la concha, intuyo que está acabando y me abandono a que sea lo que sea. Gran acabada mía, besos en la mejilla, felicitaciones mutuas por la gran experiencia compartida.
Detalle, tiene los glúteos más firmes que conocí en mi vida. Se lo digo y me cuenta que va al gimnasio frecuentemente. Se nota.
Nos quedamos hablando de lo bien que lo pasamos y de cosas de la vida. Le pago y me voy feliz por la experiencia caminando por la sombra para bajar la calentura.
Me juré volver.

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